EL AGUA EN PERALEDA 1: Cuando el agua era oro


La familia Gómez (Chanqué)
Carmen, Chefi y su madre María Chanqué sacando agua del pozo
Peraleas con cántaros ¿quiénes son?
Lurdi y Rosa con cántaros

Que el agua es un elemento necesario para la vida es algo tan evidente y sabido por todos, que desde siempre los asentamientos humanos han elegido sitios cercanos al líquido elemento. Las grandes civilizaciones nacieron a orillas de los grandes ríos. El Éufrates, el Indo, el Nilo vieron nacer en sus orillas las civilizaciones más antiguas de las que tenemos conocimiento.

No sabemos qué motivó a los primeros peraleos para elegir este asentamiento, pues es cierto que no tenían a su alrededor ninguna corriente de agua, ni ningún manantial o fuente, pues los dos arroyos más cercanos el de Valparaíso y el de la Zarzuela (hoy Santa María) se encuentran a 3,2 y a 2,6 Kms. respectivamente, y aunque no muy lejos, sí lo están lo suficiente para resultar bastante incómodo el proveerse de ellos. Tampoco eligieron para asentarse las orillas del río Tajo, a pesar de no hallarse lejos de aquí.

Vista de Peraleda
Peraleda se alza justo en la partición de cuencas del Tajo y del Tiétar – foto de Ángela Sánchez M.
bañándose en una perola

Durante siglos la escasez de agua fue un problema para Peraleda. El lavado de la ropa y el abastecimiento del agua al hogar estuvo siempre entre las graves preocupaciones de la mujer peralea; y lo fue así, hasta hace relativamente poco (el agua corriente llegó al pueblo en los años 70). ¡Cuántas veces oí quejarse a mi madre y a mi hermana de la escasez de agua y de su mala calidad!; ellas, nacidas y criadas en la comarca de la Vera, acostumbradas ambas a tener la fuente a dos pasos de casa y el Mastacón para lavar la ropa a un tiro de piedra del pueblo, ¡cuánto debieron sufrir hasta adaptarse a esta nueva situación!

Camino del río

El lavar la ropa era un verdadero tormento para la mujer peralea. Ésta debía desplazarse hasta el Arroyo de Santa María y si no disponía de un borriquillo (no todas lo tenían) debían hacerlo con el cesto de ropa a la cabeza. Si era invierno y no se podía secar la ropa, debían cargar, al volver, con la ropa mojada, que aumentaba así su peso, y esto unido al cansancio de todo un día en el arroyo parecía que lo triplicaba. Pienso en aquellas mujeres, la mayoría de ellas viudas de una guerra recién acabada, que para sobrevivir se veían obligadas a trabajar de lavanderas para las familias más pudientes. ¡Cuántas penalidades debieron pasar! Vaya para ellas con este recuerdo mi pequeño homenaje.

No era mejor en verano pues a veces corría por el arroyo poca agua; no se formaban charcos suficientes, lo que hacía necesario subir arroyo arriba hasta llegar a la Alberca. Años más tarde el Ayuntamiento aprovechó el pozo de la Bomba, sito a orillas del mismo arroyo, para lavadero. Lo puso un brocal y a su alrededor colocó pilas con sus lavaderos. Esto hizo innecesario subir hasta la Alberca pero hacía necesario el sacar los cubos de agua para llenar las pilas. No era raro que algunas mamás llevaran con ella algún hijo para que sacasen el agua del pozo y llenasen la pila mientras ellas lavaban o tendían la ropa.

Mujer con cántaro
mujer con un cántaro a la cabeza y el otro al cuadril

El abastecer del agua al hogar era otra de las pesadillas de la mujer peralea pues al ser diario y tener que desplazarse hasta el pozo con agua potable lo hacía más pesado que la colada. Los pozos de agua potable eran escasos. Sólo dos pozos eran municipales, los llamados “Pozos de Beber”. Estos pueden verse hoy al final de la calle Greros; uno, el de arriba, detrás de la Casa de la Cultura y el otro, el de abajo, unos metros más abajo a la derecha del camino (al pavimentar éste, quedó a ras del suelo, aunque el ayuntamiento proyecta dotarlo de nuevo de un brocal de piedra). De estos pozos se abastecía la mayor parte del pueblo. En los años muy secos (que los había) estos pozos municipales de Beber casi quedaban sin agua, siendo a veces necesario esperar un rato a que manase un poco para poder llenar el cubo.

El Rollo y la zona de la carretera lo hacían de pozos particulares que les cogían más cerca. Entre estos pozos estaba el pozo del Lagarto, el pozo del Cucurucho, el de la tia Tortola, el del tío Ciriaco (llamado el Pozo del Salao) y otros.

pozo particular
pozo en el corral de la tía Ramona

La mayoría de estos pozos particulares tenían tapaderas con candados pues en los años de sequía el agua la necesitaban para abrevar sus ganados. Solo si eras amigo del dueño podías pedirle el favor de que te dejase las llaves del candado para llenar algún cántaro; si no, tenías que recurrir a comprar cargas de agua que algunos viejecitos traían de la Fuente de La Cuadra (aquí se llamaban “fuente” tanto a los manantiales como a ciertos pozos).

La calidad del agua bajo el punto de vista sanitario podemos imaginárnosla fácilmente. En los pozos entraban toda clase de cubos, unos más limpios y otros menos. No faltaba el que iba a dar de beber a su burro, que sacaba el cubo con agua y allí mismo bebía el burro y el mismo cubo volvía al pozo para seguir sacando más agua.

El médico del pueblo, D. Francisco Juárez, me comentaba en una ocasión: los que vienen en verano de fuera a nuestro pueblo no se escapan de sufrir unos días de “colitis” (diarrea) causada por el agua que beben; no así la mayoría de los peraleos, que están inmunizado.

Amigas a por agua - Morón de la Frontera
Amigas a por agua – Morón de la Frontera

Una estampa típica de mis años infantiles, que recuerdo muy bien, era el ver al atardecer a las mozuelas una vez terminadas sus tareas, las más de las veces consistente en coser los célebres manteles de Lagartera, coger el cántaro para ir por agua. Lo hacían en cuadrillas convirtiendo así este trabajo en tiempo de esparcimiento, de cotilleo, de confidencias juveniles. Desde muy temprana edad aprendían a traer un cántaro

rodilla
rodilla

a la cabeza, que apoyaban en una “rodilla”, especie de rodete confeccionado con telas de variados colores y que adornaban con unas cintas que colgaban por la parte de atrás. Otras las más osada traían uno a la cabeza y otro al cuadril. Recuerdo haber visto a algunas mujeres, ya mayores, traer un cántaro a la cabeza, otro al cuadril, y un cubo en la otra mano. ¡Esto era aprovechar el viaje a los pozos!

Ni que decir tiene que esto era un gran trabajo y por ende la mujer peralea apreciaba el agua como un bien valioso que había que ahorrar como si de la paga del marido se tratase. El agua de asearse se reutilizaba para fregar el suelo. No se permitía llenar la palangana para no gastar demasiada agua, y a veces el agua de lavarse la cara servía para lavarse los pies. ¡Toda una economía para no malgastar ni una gota del tan costoso elemento!

Pilón para el ganado en la calle Peligros
Pilón para el ganado en la calle Peligros

El agua de lluvia se recogía como si de un maná se tratase. El sonido clásico de las canales en un día de lluvia se acompañaba del sonsonete metálico de los cubos de cinc o de los peroles, que alineados a una y otra parte de la calle, como si fuesen las acacias de un paseo, recogían el agua que caía. En los corrales solía haber una gran tinaja a la que se dirigía directamente un canalón para almacenar así el agua de la lluvia.

Cuando se generalizó el uso de las bicicletas allá por la década de los cincuenta, éramos los muchachos los que añadiendo a la bici unas aguaderas con capacidad para dos cántaros nos mandaban a por agua. Esto permitía buscar aguas de más calidad aunque estuviera más lejos. Para los que vivíamos en la carretera, el pozo del tio Salao, el de la tia Tortola y el del tio Lino eran los más visitados, pues aunque estaban lejos, en los Lejíos, el hecho de estar a orillas de la carretera era más fácil para la bicicleta.

Los diversos Ayuntamientos ante estos problemas, ya en tiempos remotos se preocuparon de abrir pozos, repartidos por todo el término municipal. Igualmente construyeron charcas o estanques para almacenar el agua de lluvia por todo el término municipal a fin de asegurar al ganado dónde poder abrevar.

Justo Corchón

No es fácil encontrar agua en el subsuelo peraleo. El que fuera Profesor de Geografía e Historia del Instituto El Brocense de Cáceres, con el que me examiné varias veces en mis años de estudiante de bachillerato, D. Justo Corchón, en su Tesis Doctoral (por cierto calificada con Sobresaliente cum laude) publicada con el título de “El Campo Arañuelo” dice:

El pueblo que ofrece condiciones más adversas para la existencia de mantos freáticos es Peraleda de la Mata. Situado en la divisoria de aguas que separa las cuencas del Tiétar y del Tajo, ocupa un lugar elevado en donde no puede haber aguas sub-álveas importantes

Ante este problema los antiguos peraleos respondieron haciendo charcas, estanques para almacenar el agua de lluvia y tener abrevaderos para sus ganados y abriendo pozos buscando en el subsuelo el tan preciado líquido.

Centro antipalúdico de Talayuela - c. 1921
Centro antipalúdico de Talayuela – c. 1921

Es verdad que con ello solucionaron, sino del todo sí en algo, el problema del agua para sus ganados, pero creando otro mayor. El encharcamiento de las aguas con sus escasas y en los veranos nulas correntías hizo de éstas un lugar propicio a la cría y desarrollo de las larvas anofélicas de los mosquitos causantes de las fiebres palúdicas que asolaron no solo a Peraleda sino a todo el Arañuelo hasta los años 60 y 70 del pasado siglo. Fue tal la mortalidad a causa del paludismo en esta nuestra comarca que ya en 1920 se abrió un Dispensario antipalúdico en Talayuela y dos años más tarde otro en Navalmoral, para terminar en 1925 abriendo la O.M.S., con la protección de la norteamericana Fundación Rockefeller, un centro Palúdico (el Hospital lo llamaron) en Navalmoral de la Mata, con la finalidad no solo de la lucha contra la malaria sino también como centro de formación para médicos especialistas en esta enfermedad y que llegó a ser centro de referencia en la lucha contra esta epidemia para toda Europa, al que acudían los médicos más prestigiosos en esta materia.

peraleas de por agua del Pozo Beber
peraleas de por agua del Pozo Beber
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ESTANQUES

Hacer un recorrido por todos los estanques que sembraron nuestro término municipal es tarea que escapa a mis fuerzas. Con la ayuda de Toñuelo, conocedor como nadie de nuestro campo, señalaré alguno de ellos:

Estanque de la Dehesa Nueva
Estanque de la Dehesa Nueva
  • Estanque de los Jabalíes, también llamado Del Soto, por el lugar en que se encuentra. Su nombre de los jabalíes nos recuerda la abundancia de ellos en otras épocas. Aun hoy es útil a los ganados que andan por el Soto y por esa zona al oeste del Arroyo Santa María.
  • Estanque de Arriba, cerca del camino de Miramontes, en la finca La Pasada.
  • Estanque de en Medio, al sur de la casa del Lugar Nuevo.
  • Estanque del Pastor, al sur del arroyo La Cuadra
  • Estanque del Roncadero, en la dehesa del mismo nombre.
  • Estanque Vaquería, cercano al pueblo, al lado del regato del mismo nombre. Este hoy día carece de utilidad al estar en la zona regable.
  • Estanque de la Mata, hoy desaparecido. Estaba junto a la Laguna del mismo nombre. Ambos ocupaban lo que hoy es parte de la zona deportiva y el parquecillo al lado de la carretera a Navalmoral
  • Estanque Azuche, hoy desaparecido. Estaba en la parcela que limita con el arroyo Santa María y la carretera a Navalmoral.
  • Estanque la India. A orillas del camino a Torviscoso.
  • Estanque de la Degollá
  • Laguna de Casasola
  • Laguna Monte Fraile
  • Laguna de la Balantrera
  • Laguna del Corchuelo.
burro con aguaderas
burro con aguaderas
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POZOS

noria

Repartidos por las fincas y huertos de nuestro término municipal había algunos pozos usados para regar y para dar de beber al ganado. Algunos de ellos eran norias, con cajilones movidos por un burro para sacar el agua. Al burro se le solía aquí tapar los ojos, quizá por piedad para que no se diera cuenta de que su continuo andar no le servía para ir a ningún sitio sino para dar vueltas y más vueltas al mismo pozo. De ahí venía el dicho peraleo de “quien sale de noche y no tiene novia, es como el burrito que da vueltas y vueltas a la noria”. O como se diría ahora, “salir pa ná, es tontería”.

La noria es un invento romano del siglo IV, pero además de ese sistema los peraleos usaban principalmente tres formas de sacar agua de un pozo:

1- Con soga: simplemente se ataba el cubo a una soga y se bajaba y subía a pulso. La mayoría de los pozos públicos y del campo, con brocal o sin él, no tenían nada más que el agujero, así que no había más ayuda que la soga que cada uno se tenía que llevar.

con soga

2- Con polea: Esta ruedecilla llamada «garrucha» facilitaba mucho el trabajo de sacar agua pues en vez de tirar del cubo a pulso hacia arriba, la fuerza se ejercía hacia abajo, lo cual resulta mucho más sencillo. La polea en sí fue inventada por los griegos en torno al siglo III antes de Cristo.

con garrucha

3- Con cigüeño: Este sistema, también llamado «cigüeñal», consiste en aplicar el principio de la palanca, con el eje desplazado. Con este sistema, un pequeño empuje hacia abajo lograba levantar un gran peso hacia arriba, y para facilitar el trabajo aún más, se solía atar una piedra grande al extremo corto para que empujar hacia abajo requiriese un esfuerzo mínimo. Este sistema ya era usado por los antiguos egipcios, como atestiguan las pinturas de las pirámides.

con cigüeño

Los pozos abiertos fueron muchos también en nuestro término municipal, aunque la calidad de sus aguas hacía a muchos de ellos inservibles para beber. Hasta nosotros han llegado muchos de ellos, otros han sido cegados. He aquí una lista de los principales pozos que abastecían al pueblo de agua más o menos potable:

POZOS (DE) BEBER– Situados al final de la calle Greros eran dos; ambos eran rectangulares de 1,37 X 1.51 y abastecieron a Peraleda durante muchos años. Sabemos que ya existían en 1811. En 1917 el Alcalde Natalio Delgado en la sesión del 30 de diciembre presenta para su aprobación ”factura por 175 pesetas por los arreglos de los Pozos de Beber acordados se hicieran en la sesión del 25 de noviembre pasado”. En 1922 el Alcalde Manuel Rufo Juárez en las cuentas presentadas a la Corporación el 28 de noviembre de 1922 presenta factura por importe de 120 pesetas por la limpieza de los dos pozos de Beber. Dejaron de ser útiles en Julio de 1971 en que se inauguraron las obras de abastecimiento de agua a domicilio.

Pozos de beber

POZO (DE) GASTAR– Estaba al final de la Calle Peligros, en la confluencia de ésta y la de San Sebastián. Su nombre se debía a que el agua no era potable; se utilizaba para fregar suelos, lavar ropilla (pañales) de niños, refrescarse en los días calurosos y poco más, o sea, no era agua para beber, sino “para gastar”, como se decía por aquí al agua dedicada a otros fines. Tuvo dos pilas a su lado. El peligro que suponía tener un pozo sin brocal al final de una larga cuesta abajo fue lo que dio nombre a la calle. Sabemos que este pozo existía al menos desde finales del siglo XIX. En la sesión del Ayuntamiento de 16 de junio de 1907 el Alcalde Francisco Barquero Juárez propone “que las pilas que existen alrededor del pozo de la terminación de la calle Peligros se trasladen al denominado del Medio que carece de ellas para dar agua a los ganados, con lo cual se evitará la suciedad que existe por la extracción de las aguas del lavado de ropa que hacen en aquella”. Se aprobó la propuesta del Alcalde. El Alcalde Lucio García, mandó hacer un nuevo brocal, y una plataforma alrededor que le colocaba en un plano superior al de la calle, disminuyendo así el peligro que representaba para los carros que bajaban por la calle Peligros, lo que quizá había dado origen al nombre de dicha calle. Fue finalmente acenagado (o “encenagado”, según manda el diccionario) cuando se pavimentaron las calles.

Pozo Gastar

POZO LA FUENTE DE LA CUADRA– Conocida simplemente como la Fuente. Está a orillas del Arroyo la Cuadra (Valparaíso) a escasos metros del puente del Camino Vecinal . Es uno de los pocos pozos de agua potable. Sus aguas cárdenas (de color opalino) presentan un aspecto como de agua jabonada y eran muy apreciadas por los peraleos. Eran muchos los viejecitos que se dedicaban con un borriquillo a llevar cargas de agua que vendían por el pueblo. De brocal rectangular de 0.98 x 0.16 presenta la particularidad de estar solo abierto en una parte, apareciendo cerrado en las tres restantes y cubierto en la parte superior por una gran losa, para mejor protección del mismo. En 1992, siendo Alcalde Manuel Zamora, se adecentó sus alrededores haciendo un cierre con pared de ladrillos y colocando unos bancos.

La Fuente

POZO DE LAS TRES ENCINAS–  Se encuentra en el camino que iba al Gordo y que pasa al lado del estanque Vaquería a unos 500 metros de él. Sus aguas son potables y eran muy apreciada por los peraleos lo que hacía que los aguadores lo visitaran frecuentemente.

POZO DE LOS PERROS– Cerca de la casa del Guarda y a orillas del camino que iba a la dehesa Nueva. Aunque se dejaba beber, sus aguas no eran de buena calidad.

POZO DEL CENSO– Situado en la finca del Lugar Nuevo, más hacia el noroeste de la fuente La Quadra.

POZO LA MAGRA– Estaba situado a orillas de la carretera del Duque en la confluencia de ésta con el final de la Calle del Señor. Su agua era no potable. Tenía dos pilas para abrevar los ganados y para lavar. En la sesión que celebró nuestro Ayuntamiento en 17 de mayo de 1914 presidida por su Alcalde Francisco Barquero Juárez, el concejal Agustín Marcos Juárez expone que el brocal del pozo La Magra se ha caído, siendo pues un peligro para los que tienen necesidad de acudir a él. Propone se arregle. Se acuerda se haga así, añadiendo que se aproveche ya para limpiar los pozos y demás fuentes del pueblo. Fue acenagado al rectificar la curva que hacía aquí la carretera.

POZO LA FUENTECITA– Este pozo estaba situado a la derecha del camino que va detrás de la Residencia de ancianos a la carretera de Guadalupe, en el lugar que hoy ocupa una fuente. Era de brocal rectangular de piedra. No eran potables sus aguas. Fue acenagado en 2005 siendo Alcalde Manolo Sánchez Prieto y sustituido por una pequeña fuente con un grifo alimentado por la red de agua del pueblo.

Pozo del Medio

POZO DEL MEDIO– Situado a la derecha del camino que detrás del cementerio va a la Colada. Sus aguas no eran potables. Era municipal, de brocal rectangular, de igual estructura que el desaparecido de La Magra. Sus medidas son 1.28 X 0.8. Se conserva aun en buen estado. Podemos leer en una de las piedras de su brocal “Siendo Alcalde D. Francisco Barquero Jiménez. 1907”. Esta inscripción puede llevarnos a la creencia de que fue construido en este año, lo cual no es cierto. Es más antiguo. Lo que se hizo este año en el que era alcalde el dicho Francisco Barquero fue limpiarlo y tal vez ponerle brocal a la vez que se trasladaban aquí las dos pilas que estaban en el Pozo Gastar para que en ellas abrevasen los ganados. En la sesión celebrada el 16 de junio de 1907, el Ayuntamiento acuerda “ que se limpien los pozos de agua potable de que se surte el vecindario y que las pilas que existen alrededor del pozo de la terminación de la calle Peligros se trasladen al denominado del Medio que carece de ellas” Lo que queda claro que ya existía el pozo. Vemos que no es nuevo el afán de algunos alcaldes en perpetuar su nombre en obras que no son del todo suyas.

Inscripción del pozo del medio

POZO LA MATA– De brocal rectangular y de las mismas características que el de la Magra y que el de el Medio. Estaba situado a orillas de la carretera a Navalmoral en el sitio que hoy ocupa La Gasolinera. También tenía las dos pilas de granito y se usaba para lavar pues no era potable sus aguas Fue acenagado al desecar la laguna para la construcción del área deportiva y del pequeño parque.

Laguna de la Mata y Pozo de la Mata
Laguna de la Mata y Pozo de la Mata. Al fondo el pueblo.

POZO LA INDIA– Está situado cerca del estanque del mismo nombre y a orillas del camino que va Miramontes De brocal rectangular de 1,80 X 1,30. No eran potable las aguas por lo que se usaba a parte de abrevadero para el ganado en las dos pilas que lleva para lavar. Presenta la peculiaridad que está en la linde de una propiedad privada con el camino público. ¿Se haría a medias con el Ayuntamiento y el dueño del prado en cuya linde está?

El Pozo de la India
El Pozo de la India

POZO EL PINTOR– Situado a orillas del camino del cementerio en la primera curva del mismo. Su brocal era circular (como el que está en medio del camino pasado el cementerio) de piedra de granito. Llevaba una inscripción en la que podía leerse: “ Se edificó esta obra siendo alcalde D. Francisco Camacho Año 1892” Tampoco sus aguas eran aptas para ser bebidas. Llevaba dos pilas de granito y era muy utilizado para lavar. Fue acenagado al ensanchar el camino para facilitar el paso de los coches.

POZO LA FUENTONA– Está situado en el camino pasado el cementerio poco antes de llegar a la confluencia de éste con el camino de San Marcos. De brocal circular, de 2.40 m. de diámetro formado con piedras de granito, lleva dos pilas del mismo material. Al ser igual que el del Pintor nos hace suponer que se construyeron el mismo año.

Pozo de La Fuentona
Pozo de La Fuentona por fuera, con las pilas de lavar, y por dentro

POZO EL CORCHUELO– Este pozo, de las mismas características que el del Pintor y que el de la Fuentona, está al lado de la Fuente del Corchuelo. Lleva dos pilas de granito así como el brocal circular de diámetro 2.28 y de la misma clase de piedra. No nos equivocaremos si lo situamos en la misma época que los otros dos circulares.

Pozo del Corchuelo
Pozo del Corchuelo

POZOS LAS ALBERCAS– Son dos pozos situados a orillas del Arroyo Santa María en la zona conocida como Los Molinos, más arriba de la Bomba. La lejanía de estos pozos impedía que los peraleos se abastecieran de agua en ellos. Solo lo hacían los ganados que pastaban en las dehesas cercanas. También se usaba en épocas de sequía en que el arroyo no corría lo suficiente para que se formaran charcas donde lavar la ropa y entones las peraleas subían las Albercas para usar sus aguas. No sabemos la fecha exacta de su apertura, pero sí sabemos que el Ayuntamiento en la sesión ya aludida del 16 de junio de 1907, también habla de estos pozos. Allí el Alcalde Francisco Barquero Jiménez expuso: “que en estos momentos reconoce la necesidad de atender a las aguas de las que se surte esta vecindad para sus diferentes usos y como quiera que en este pueblo esta necesidad de agua es más apremiante para el labrador y para el lavado de ropas que para otros usos y no existiendo más que un solo depósito abundante de aguas que el de Las Albercas, en el cual no se han hecho más obras que la de profundidad, se hace imposible su aproximación para la extracción de aguas con peligro de las personas”. Como vemos ya existías estos pozos en 1907. Más adelante en esa misma sesión se propone construir una pared de piedra “de dos pies de grueso que la circunde y cierre a la altura de una vaca, desde el nivel del suelo, recogida en su parte superior con piedra y cal“. Se aprobaron las propuestas y se nombra al Concejal Nicolás Martin Alarza para que vigile los trabajos y que los gastos se satisfagan con cargo al artículo 3º capítulo 6º del presupuesto municipal. Las obras se llevaron a cabo en el mes de agosto; en la primera semana se pagaron 47,25 pts., en la 2ª 46 pts., en la 3ª 49 pts. Y en la 4ª 21 pts.; en total 163,25 pts.

POZO EL SALAO– Situado a la izquierda de la carretera a Guadalupe; carecía de brocal. Era de propiedad particular, del Señor Ciriaco. La aparición de la bicicleta hizo que fueran muchos los jóvenes que al atardecer acudieran con dos cántaros, compitiendo así con las cargas de agua que transportaban los borriquillos.

POZO DEL TIO LINO– A unos metros más arriba del anterior. Era un pozo con brocal circular y con tapadera con candado. En los años secos solía cerrarlo. Necesitaba el agua para su ganado

POZO DE LA TIA TORTOLA– Está enfrente del pozo del Salao pero a la derecha de la Carretera. También particular y también de agua potable. No la gustaba mucho a su dueña que fuésemos a por agua.

POZO DEL CUCURUCHO– Así llamado por presentar el brocal como una especie de chimenea abierta por un solo lado para permitir sacar el agua con los cubos. Estaba a orillas de la carretera a orillas de la carreta a Navalmoral en el prado, hoy chalet de Antonio Camacho. Desapareció al construir la variante de la carretera a Guadalupe y quedar dentro de ella. De este pozo se abastecían las que vivían en la carretera.

Pozo situado frente a Las Serillas, del similar aspecto al de El Cucurucho
Pozo situado frente a Las Serillas, del similar aspecto al de El Cucurucho y el de Las Serillas

POZO DEL LAGARTO– Estaba más abajo de la Fuentecita, cruzada la actual variante y a la derecha del camino que iba a la Bomba. Era particular y de él se abastecían las viviendas del Rollo para abajo.

POZO EL GUARDA– Sus agua potables hacían que a pesar de la distancia, unos 2,5Km., fuese muy visitado por los peraleos que disponían de algún asno. Está a orillas del Arroyo Santa María pasado éste y ya en la parte conocida con el nombre de El Soto. Era particular pero no impedían a nadie que lo usasen.

POZO DE LAS SERILLAS– Aún se encuentra en el extremo norte de lo que hoy es el Chiringuito Las Erillas. Las pilas del pozo están hoy bajo las encinas que hay junto al bar. Como curiosidad, este es uno de los raros casos en los que por alguna razón se pronunciaba la S final del artículo, por lo que se pensaba que la ese pertenecía a la palabra siguiente. El lugar se usaba para trillar, así que eran «eras» pequeñas, de ahí el nombre «Las Erillas», que por el fenómeno descrito pasó a ser «Las Serillas» hasta que el Chiringuito, al recuperar el nombre antiguo, lo popularizó de nuevo. Es lo mismo que ocurrió con otros casos como «una moto» = «un amoto».

Pozo de las Serillas
M Carmen y M Nieves en el Pozo de las Serillas c. 1975

POZO EL POZUELO– Hoy conocido como LA BOMBA. Situado junto al arroyo de Santa María, se usaba para lavar cuando el arroyo no traía agua suficiente.

Aspecto actual de la fuente y las pilas de lavar de La Bomba
Aspecto actual de la fuente (incorporada hoy al porche del refugio) y las pilas de lavar de La Bomba
El Corchuelo

EL CORCHUELO– Manantial que fue remozado en 1942 con la construcción de los tres pilones actuales y que sirvió de abrevadero para el ganado y también de lavadero. Aunque el agua es potable no servía para llenar los cántaros por la cantidad de pequeñas sanguijuelas que contenía.

Por supuesto había en el pueblo muchos más pozos, la mayoría privados y situados dentro de los corrales o incluso de las casas.

Pozo de la Dehesa Nueva
Pozo de la Dehesa Nueva
Pozos privados. La mayoría están hoy clausurados o tienen función meramente decorativa.

Un avance importante en el abastecimiento se dio en la primera mitad del siglo XX. En 1929 el Ayuntamiento aprovechó el pozo de La Bomba  para hacer por primera vez una canalización de aguas que traía al pueblo el preciado líquido. La distribución se realizó por medio de 4 fuentes diseminadas por distintos puntos de la localidad y destinadas a satisfacer tanto el consumo humano como el animal. Dichas fuentes son la famosa Pilata de la plaza, los pilones de San Vicente y Peligros, y la fuente que aún vemos en la esquina de la actual calle Évora la Carpetana. El invento funcionó más bien mal, duró poco y durante la Guerra dejó de funcionar. Años después, con la llegada del agua corriente, volverían a funcionar al tiempo que se crearon nuevas fuentes como la de la ermita de San Vicente o la de la calle Generalísimo Franco (hoy Avenida de Extremadura). Al mismo tiempo se construyeron Los Lavaderos frente a la cruz de donde sale el camino que va al cementerio, lo que permitió a las mujeres lavar la ropa sin tener que salir del pueblo, lo que supuso un enorme avance para la mayoría de la gente.

Fuentes nuevas
Aspecto actual de Los Lavaderos, ya sin pilas ni agua.
Aspecto actual de Los Lavaderos, ya sin pilas ni agua.

Con todo lo dicho queda claro la falta de aguas en Peraleda, la preocupación de sus autoridades por solucionar los problemas que ello conllevaba y que hasta el 1970 no se solucionó de una manera definitiva al traer al pueblo el servicio de agua corriente que hoy disfrutamos.

Peraleda de la Mata 7 Julio 2016
E. Castaño

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OBJETOS PARA EL RECUERDO

Cántaro de agua
Cántaro de agua
Tapones de corcho para cántaros
Tapones de corcho para cántaros
cubos de cinz antes de la era de los plásticos
cubos de cinz antes de la era de los plásticos
peroles de cinz
peroles de cinz
garrafa-25-litros
Garrafas de agua de 25 litros (cuando llegaron los plásticos)
Tablas de lavar y jabón casero
Tablas de lavar y jabón casero
Niño vendiendo agua (Lahiguera de Jaén)
En Peraleda y muchos pueblos había aguadores. Niño vendiendo agua (Lahiguera de Jaén)
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UN TESTIMONIO PERSONAL: LOS CHASCARRILLOS DE ANGELITA

Angelita Fraile, más conocida como Angelita la Peluquera, nos cuenta sus experiencias personales de cómo era el problema del agua en la vida diaria de Peraleda en los años 50 y 60 del siglo pasado, y de paso nos da un buen ejemplo del dialecto y el salero local.

Regresando de lavar del río

Íbamos al Arroyo e Santa María a lavar. Llevábamos la ropa mojada en un cubo, caliente, cuando era el invierno, para que las manos no se nos quedaran frías //¿caliente?// sí, con agua caliente llevábamos la ropa metida en un cubo de zinc, y luego la seca en un perol o un cesto a la cabeza. Llegábamos al arroyo e Santa María, buscabas un hueco donde ponerte, poníamos dos piedras y unos escobones de… pa ponerte de rodillas. Ahí ponías la ropa de color. //¿escobones encima de las piedras?// No, escobones para ponerte de rodillas. Ponías dos piedras, una tal que aquí (horizontal) pa que no te diera el agua y otra para hacer el lavadero, porque no los había hechos y lo tenías que hacer. Te ponías a lavar y la ropa de color encima de los escobones, te ponías de rodillas, lavabas la ropa blanca, la ibas sacando del cubo pa que las manos no se te quedaran frías y se ponían a solear en los vallaos, pa que el sol la diera, y luego ya que pasaba un rato, saltábamos, bailábamos, nos comíamos un cacho pan y morcilla si llevabas en la merendera con el queso un poco, y nos contábamos nuestras historias de las amigas, y ya aclarábamos la ropa y la poníamos en las tamujas //¿y la ropa la golpeabais o…?// la ropa se cogía, te ponías a lavar, hacías chun-chun, rin-rin-rin, lavabas, echabas la ropa al agua, cogías el rollo de jabón, jabón casero, le restregabas, rin-rin, hala, la tirabas asín la sábana, se iba la sábana con el agua, “hué”, la cogías otra vez, la tendías, y ya que estaba un rato soleándose, pa que estuviera blanca puesta al sol, asín en los vallados la ponías, la aclarabas y la ponías en las tamujas (escobón de río), las ponías encima y ya cuando estaban secas las doblábamos, las ponías en el cesto, doblaitas, y ponías unos cachitos, de tomillo o lo que hubiera, ahí encima y te olía bien la ropa, y te venías con la ropa a tu casa tan garbosa. Y cuando no había agua en el arroyo íbamos a La Bomba. Normalmente la gente del pueblo se iba a lavar pa… ¿ves donde está el molino…? más abajo, por encima de La Bomba, por ahí, un camino que sale por ahí por donde está la residencia (de ancianos), íbamos un camino por ahí p’arriba por ahí, te ibas al arroyo, y luego ya cuando… ¡se me queman las costillas co/o! (…)

(vuelve) Cuando ya no había agua en el Santa María, en el arroyo e Santa María, que normalmente es donde se iba, y por ejemplo luego ya más avanzada, cuando yo eran las niñas pequeñas, pos íbamos por aquí abajo, por donde se va a Navalmoral, íbamos ya en el coche, nos dejaban ahí a lavar y ya ibas, pero eso ya era más moderno.

Lavando en la orilla - Hinojosa de Calatrava

Y cuando no eso íbamos a La Bomba, y en La Bomba había el registro del pozo de la Bomba, antes de cruzar el río, del arroyo, en la parte de aquí había un registro. Pues ahí llevábamos unos peroles de zinc… la que no le tenía de zinc de plástico, ¿no? pero normalmente unos peroles de zinc y los poníamos al lado del… del este, del registro, y tenías que estar esperando a que manara el agua, y íbamos por turnos, ahora le sacas tú y luego yo. Cogíamos el agua con un vaso que llevábamos de lata, lo echábamos en el perol, y llenabas el agua y allí metías la ropa y la ibas lavando. Ya cuando otra ya la había cogido, ahora voy a llenar yo mi perol pa aclarar, y cogíamos y esa era la danza, y se trabajaba mucho más (que arriba del arroyo), hasta que vino ya… que hicieron La Bomba y pusieron las pilas y ya se iba a lavar a las pilas. Ya sacabas el agua del pozo y lavabas en las pilas de alrededor, muy bien, hasta que hicieron aquí Los Lavaderos, luego ya en el pueblo, eso ya fue avanzando, pero antes allí pos era to ese episodio el que tenías que hacer, tenías que esperar a que manara el registro, y si llegabas y había tres o cuatro decías “¡madre mía! Hoy no lavo en to el día”. Venías por la siesta, a la hora que fuera, con un calor con la ropa, porque, a ver, tenías que esperar que manara el agua, como no la había, pues a que saliera el agua del registro pa poderla coger // ¿y cuánto se tardaba en ir al arroyo?// Pues tardaríamos pos tres cuartos de hora, por ahí, // ¿y en lo que vas, lavas y vuelves?// Pos era todo el día, echabas todo el día, te ibas por la mañana y te venías por la tarde, porque luego había “excursión”, claro, nos quedábamos allí a comernos las morcillas y el cacho pan y queso y todo eso… tú te ibas por la mañana y decías, mañana me voy a ir a lavar, porque no es como ahora que pones la lavadora, mañana nos vamos a ir a lavar, pos ale. Primero que te llamaban las amigas, yo a mi amiga Aurora Soto, Carmen la del almacén, otra de aquí que tenían un bar, pos vámonos a lavar mañana. Desgraciás, íbamos como de excursión, y íbamos a trabajar. La que tenía una burra… esta tenían una burra y echábamos la ropa en la burra, y cuando no, íbamos con ella a cuestas. Nos llamábamos a las 10 y media, a las 11. //¿encima de  la cabeza?// Claro, a la cabeza y otra al cuadril, guapo. Y luego pos veníamos ya pos por la tarde. Las 5, las 5 y media, depende de cómo se pusiera el asunto. Si estábamos contentas pues nos  estábamos más rato.

Luego llegabas y como no había nevera ni había pa el agua fresca pos nos íbamos por la tarde al Pozo Beber, otra excursión, con la caldereta y los cántaros. //¿La caldereta cuál es?// La caldereta era de las latas de las sardinas de agujas de esas grandes, nos ponían un asa, un herrero que había,  un tío calderero ahí en el… en San Vicente, te ponían el asa y ahí te atabas la soga y íbamos con la caldereta en vez de cubo a por el agua. Y nos llegábamos allí, después que nos llenábamos los cántaros, te echabas unos cubitos en los pies, te lavabas los pies, y venías fresca. Eso era otro episodio.

Y luego nos enseñábamos a… a traer el cántaro de agua a la cabeza, y veníamos ahí por donde el alcalde viejo, tío Lucio Garcia, y había dos ventanas. Nos arrimábamos a la pared con cuidado, con cuidado pa quitarnos el cántaro, inclinabas la cabeza,  pa descansar. Un día mi tía Rufina Piste nos dio un botijo pa que se le trajéramos de agua, con el botijo al cuadril, no me di cuenta que traía el botijo, voy a echar mano al cántaro, me sobraban manos y el botijo a tomar por saco. Y luego después pues mi tía Rufina, espera que te espera… llega a casa y dice: Flores ¿ande están las muchachas? que las he dado el botijo pa cenar, pa que me traigan el agua y no las he visto. Y dice, oy, mi Angelita está mu mala, dice que tiene un dolor de cabeza y está en la cama. Yo acostá pa que no me pegara mi madre. Dice, mira a ver la de mi comadre Ladislá que ha ido también. Ladislá, ¿ande está Pili? Dice, mi Pili dice que tiene un dolor en una pierna que dice que no se puede mover. Bueno, en resumidas cuentas, que por la mañana me levanto y digo: madre pos es que ayer rompimos el botijo a tia Rufina. Dice mi madre dijo, pues que no se os lo hubiera dao. Co/o, vi yo el cielo abierto. Así que fui yo a por el agua y dice mi tia Rufina : ¿y el botijo ayer? Ah pos se rompió. El que no va a por agua a la fuente no rompe el cántaro. Es que me salió así. Y  ya no nos lo volvió a dar otro día.

Pasaeras en Monehermoso. En Peraleda también había pasaeras para pasar el charco que se formaba al final de la Cuesta del Cristo.
Pasaeras en Monehermoso. En Peraleda también había «pasaeras» para pasar el charco que se formaba al final de la Cuesta del Cristo. O «pisaeras», para pisar sin mojaerse.

Y mi madre me compraba los cántaros “mellaos“ aquí en ca María Calera que era la que vendía los cántaros y los botijos y eso, porque como los traías a la cabeza, hasta que te enseñabas. Pues yo ya venía luego mu garbosa. Buf, me ponía yo con mi cántaro y otro traía al cuadril, y to más bien que na. Y eso es lo que era con el agua. Muchas penas que se han pasao porque como no lo había…

Y al Pozo Gastar, ese que había al final de la calle vuestra (Calle Peligros) allí íbamos a por el agua pa los blanqueos. Cuando blanqueabas pa faldegar, que se dice faldegar, ¿no?, aquí se decía faldegar, pues ahí íbamos a por el agua porque estaba más cerca.  Y aunque era un poco más mala pues íbamos allí a por el agua. Y traías el agua pa fregar el suelo, pa todo.

Y también íbamos al Pozo de la tía Tortola, pero esa mujer si llegaba te hacía recogerte la ropa y no te dejaba coger el agua. La carretera, según se va pal pantano, a mano derecha, ahí tenía la tia Tortola un pozo que decían que era agua buena, que era mejor que la del pueblo, pero no dejaba coger a la gente el agua. Y tenías que ir medio de estraperlo. Mi hermano Paco  un día que lo estaba cogiendo pa mí  pa la peluquería, con la bici, y le hizo vacear los cántaros. Entonces el tio Ciriaco, otro señor, que tenía otro al otro lao, que era más mala, dijo, ven hijo ven, llénala de mi pozo que aunque sea más mala no te vayas con la bicicleta sin agua. Pero la tia Tortola no dejaba coger el agua.

Y tu abuela Isidora, como vivían allí abajo iban al pozo del tio Benjamín Palomo, que era la calle esa también de donde la residencia, p’alante p’alante, ahí tenían una finca el tio Palomo que era el que vivía en la casa de aonde vive ahora el tio Domingo Garrapato, ahí vivía. Pues ahí íbamos también a por el agua con que pa cocer el cocido, aparte de la fuente esta que se iba a por el agua pa cocer el cocido con que era mejor el agua, pues se iba allí. Venía tu abuela Isidora con el cántaro a la cabeza también de allí. Tu abuela y esa parte de ahí abajo iban ahí, y nosotros a veces también, pero luego nosotros éramos del Pozo Beber, la gente.

Y a la Fuente, esta del Camino Vecinal, pos íbamos con burra pa… pa traer el agua, no podíamos, éramos pequeñas, no podíamos cargar, y llenábamos los cántaros en las aguaderas arriba, los íbamos echando un cubo, un cubo en cada cántaro, una se sentaba encima del burro, mi amiga Aurora Soto se ponían arriba, echábamos un cubo en cada cántaro, hasta que se llenara, porque no podíamos con los cántaros pa echarlas… también las madres mandarnos sin saber que no podíamos… y así lo hacíamos.

Ah, y otra cosa también. Como no había agua en este pueblo, pues cuando llovía eso era como día de fiesta. Nosotros en los dos canalones de enca doña Teodomira que vivía ahí donde era la academia, donde fue la Caja de Ahorros, pos ahí poníamos dos barreños grandes de zinc, y caía el agua de los canalones, claro. Nosotros y to la gente en la calle ponía barreños. Luego ponías un trapito en el cántaro, lo ibas colando, y era el agua de canales que la guardabas como sagrá. Pa el cocino, pa lavarte el pelo, pa to, porque era muy buena. Se cogía el agua de canales porque el agua de canales era, como vamos, gloria bendita. No había otra cosa. Que aquí se ha pasado muchas penurias con el agua.

Yo ya cuando me casé con Fidel, cuando iba a Guadalperal lavaba allí. Me llevaba la ropa y allí lavaba. Y Macaria, esta Zamarrilla, su prima la de Valdehúncar, como tenía los niños chicos y ella estaba las medias veces pachuchilla, y se aprovechaba de las primas. Decía, venid, venid a por la ropa, y se la llevaban la ropa y se la lavaban en Valdehúncar, porque en Valdehúncar había agua muy buena. Pozos, pero agua buena de pozo. Aquí es que ha sido el agua mu gorda y mu mala, como la de vuestro corral y cosas así.

Mujeres lavando - en Jurieque

A lavar no se iba to los días porque no se cambiaba la gente to los días. A la semana ibas el lunes normalmente, se solía ir a lavar. Si estaba el tiempo malo pos no ibas, pero si hacía el día hacía bueno, uy qué día más bueno, hoy me voy a ir a lavar. Voy a quitar las sábanas y me voy a lavar que hace un día muy bueno. Así yo fui a Madrid la primera vez que fui, y pasábamos por La Castellana, y digo, iba con Fidel y digo, ah, Fidel, cómo tendíamos aquí las sábanas a solear en estos verdecitos. Qué bien en estos verdecitos. Claro, es en lo que pensabas. A lo que estábamos acostumbradas, como no teníamos agua. Porque aquí se ha pasado mucho con el agua.

Y cuando se mataba también, ibas a lavar las tripas al Pintor. Este, del Pintor no, al… ¿cómo se llama ese pozo pa nuestra parcela, Fidel? //de la Magra// El pozo la Magra. Allí ibas, se desentrijaban las tripas, las abrían y las muchachas íbamos a echar el agua en las tripas y las mujeres lo lavaban. Ahí se iba a lavar lo de las tripas, los desentresijos tos. // teníais los pozos repartíitos, cada uno pa una cosa// Sí, tenía cada uno estaba su función, y el que va pal cementerio, el del Pintor, ahí se iba a lavar la ropilla. Mi abuela Nieves, yo estaba lavando a Blanqui, la bañaba y eso, y cuando acordaba ya cogía mi abuela la ropa, me voy al Pintor a lavarla ahora mismo, la ropa de la niña, las gasas, porque no era pañal, eran gasas pa quitarlas, y yo como estaba con la peluquería pues mi abuela iba y hala, la lavaba, y como mi abuela pues mucha gente. Se lavaban el traje negro también las viejas porque decían que si se descoloraba menos, que duraba más la ropa… Así que quien tenía un pozo tenía un regalo.

Esto… Ángel, fíjate tú hijo mío. Por eso cuando vino el agua eso era ¡buah! Yo, iba Fidel a por, con la vespa me traía dos garrafas de agua de… de la Fuente, esta buena del Camino Vecinal. Tenía una pila aquí. Nosotros teníamos un depósito como vosotros, pero el depósito era de agua… más… no era de esa tan buena. Y bañaba a la niña. El agua de bañar a la niña la echaba en la pila. Lavaba la ropilla. Y luego, la de aclarar, fregaba el suelo con ella. No se podía tirar agua, la tenías que aprovechar to lo que podías. Así Angelines, la de Manolo el primo de tu madre, recién venida aquí, se quita Manolo unos calcetines y se pone a lavarlos. En un barreño de agua a lavarlos, lavarlos y lo aclara. Y dice la tia Virginia, pero Angelines hija, ¿y qué has hecho? ¡pa unos calcetines un barreño de agua! Dice, ay tía, si es que huelen muy mal los calcetines, dice, no hija no, aquí hay que echarlos en un barreño más chiquetito y aplicarlo, aquí no se puede tirar el agua así.

Y mi cuñá Maricarmen, cuando era novia de mi hermano Paco, vino una vez y dice, ay Dios mío, pues yo sin ducharme, ay que mal. Me acuerdo que fuimos a Talayuela, fuimos al rio, y al venir pacá vivía mi prima Mari Niveles en Talayuela y dice, yo me tengo que duchar, que si no no. Digo, ah, nosotros como estamos acostumbrados a lavarnos por partes. En un barreño te lavas el cu–, en otro te lavas de arriba y en otro los pies. Y luego el agua la recoges pal suelo. Ja ja ja. Es que era asín, Angel, aquí era así. El que era un poco dejao, pos no se lavaba, porque había hombres de estos mayores que se los tenían de pie los pantalones esos de pana que gastaban forrao y los calzoncillos de lienzo. Esos la potra meá y de to y de segar y asín estaban, y ni los hacían daño las axilas ni na. No se lavaban. Pero la gente… pos nosotros yo me acuerdo que nos ponía mi madre los barreños y te lavabas por partes, claro, tenías un cubito pa ir echando el agua y te ibas lavando y ale. Y luego ya nosotros hicimos aquí un baño. Ya, a nuestra manera, sin agua ni na pero ya teníamos bañera y te lavabas con el cubo y bueno.

Cuba del ayuntamiento (en Lahiguera). La nuestra iba en camioneta.
Cuba del ayuntamiento (en Lahiguera). La nuestra iba en camioneta.

Y (ya después) cuando venía la bombona, la… la Cuba del agua, qué te voy a contar, hijo mío. Traía el carro y le tenías que comprar, y era del ayuntamiento. También, te traían una cuba. Unas veces se paraba por aquí y otras por ahí. Cogía “piiiii” pitaba. Si estabas echá a siesta, lo que fuera, cogías las garrafas y atropellabas a quien fuera, con ellas p’alante y llegabas, pa quien fuera el primero llenarla. Llenabas las garrafas de agua, y hasta otro día que venía la cuba de agua //¿pasaba to los días?// No, no, to los días no. Y Ana Mari, esta, la de Don Paco, me acuerdo, como estaba tan delgá, tenía ahí una cuadra na mas que pa las garrafas. Ay, madre mía, y yo ahora cómo… Yo cogía dos garrafas, mejor podía yo que ahora, me traía dos garrafas grandes, Fidel otras dos detrás, y como estábamos tan cerca, esas que tenemos blancas nosotros, unas grandotas, son de esas. Nos hicimos con unas garrafas buenas, y tenías que salir a por el agua así. Hasta que vino el agua. Íbamos a la Cuba a por el agua. Y yo creo que lo hacían a propio intento, que casi siempre venía por la siesta, el hombre, diría a ver si así sale menos gente. Traían la cuba grande y hala, llenabas los… no te limitaban, o sea, que podías coger dos, cuatro, seis, cada uno los que quería. El que más fuerzas tenía, más cogía.

Escurriendo la ropa

Y estaba el tío xxxx que tenía unos mocos… ay que mocos, y la mujer se iba al arroyo a lavar los pañuelos y nosotras le decíamos, no vaya a ponerse a lavar los pañuelos por encima nosotras que nos va a manchar toa la ropa, claro, porque nos poníamos toas en fila y el agua bajaba y… y por ejemplo si la de arriba estaba lavando la ropa de color pos tú no podías lavar la blanca porque se te podía manchar, así que sacabas la de color y la lavabas tú también, porque el agua de una bajaba pa la otra. Es que era mucho trabajo eso de lavar la ropa antes, to el día hasta allá pal arroyo y con los cestos a la cabeza, si hacía frío como si hacía calor, que se te quedaban las manos entumías en invierno pero a ver, había que lavar ¿no? Y echabas el día entero o casi. Pero casi siempre había allí gente, y normalmente te ibas con las amigas o con quien fuera y era mucho trabajo, pero nos divertíamos mucho y nos lo pasábamos mu bien, que era lo que había y a nosotros no nos parecía mal, era asín y luego hablabas con to el mundo y comías, y te divertías, y te enterabas de to, así que se pasaba bien el día.

Madre mía, aquel día, estaba como nublao, y dice mi madre, no está el día mu en condiciones, pero tenemos que ir a lavar, Angelita hija, que tenemos mucha ropa. Bueno, bueno, madre. Hala. Nos vamos a lavar, ella con un cesto, yo con otro, no hacemos na más que llegar al Cancho Grande, un sitio que había allí, que era mu buena charca y lavábamos, metemos la ropa, qué perdición de mojarla toa, mojamos to la ropa, ¡unos truenos, unos relámpagos! Madre mía. Mi madre, nos tenemos que ir, aquí ya no podemos estar. La da el cólico a mi madre, que le daban cólicos de vesícula y se ponía malísima. Ay madre, ¿está usté mu mal? Mi madre la pobrecilla, déjame hija, voy a ver si vomito un poco y podemos… a ver si esto se pasara un poco, ay a ver. Y llover, y llover, y empezó a llover, nosotros to nos corría to el agua, la ropa toa mojá. Estaba Carmen mi amiga esta del almacén con la burra. ¡Vamos a echar la ropa! Echamos la ropa de color con la blanca, lo que sea, nosotros nos metimos, llegamos aquí, ¡qué desastre! La ropa desteñía toa, mi madre malita en la cama. Ah, ay aquel día sí que fue uno de los días malos malos de lavar.

Lavando con tabla

Yo he pasao muchos episodios de ir a lavar. Luego me mandaba mi madre a lavar con los paños, al principio, de mi padre de la peluquería, peinadores de los hombres y los paños. Y la ropa de mis hermanos decía, no restriegues las camisas de los hermanos en la piedra, que se la he hecho de los jarapales de los de padre y eso lávalas así bien pa que no se estropeen, las de los domingos, que eran de popelín blanco. ¡Buó, me voy a acordar! Las daba unos remeneos. Se ha roto madre. Pero hijita, ayer to el día cosiendo pa hacer la camiseta, me la eszaleaste. ¿Qué quieres que haga? Se han roto, se la hubiese usté hecho de tela nueva. Ah, pos se la he hecho de los jarapales, mujer, por aprovecharlo. Y asín eran to las cosas. Luego ya empecé a ir con to la ropa, pero y que pa que me enseñara, hale. Con los cachos chicos, y mi amiga Aurora Soto con su tía Carmen, la madre de Pepina, iba, pa que la enseñaran, a lavar. Si es que eso tenía las letras mu gordas, pero tenías que ir.

En Peraleda, a 18 del 8 de 2016

Viejas lavando
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ANEXO

(Angel Castaño)

¿POR QUÉ APARECIÓ PERALEDA EN EL LUGAR EN EL QUE ESTÁ?

Imaginemos que hace siglos el Campo Arañuelo fuese una zona despoblada y el gobierno hubiese enviado geólogos para decidir qué zonas son las mejores para un asentamiento humano, y qué zonas son totalmente nulas. Los criterios para decidir los mejores lugares para fundar un pueblo son:

La disponibilidad de agua (el más importante), la visibilidad (para ver el enemigo desde lejos), la fertilidad de la tierra (para una buena agricultura), las zonas donde se juntan dos ecosistemas distintos (como el monte y el llano, pues pueden aprovecharse recursos diferentes de ambos), lugares junto a minas o puentes o cruces de caminos.

Sigamos imaginando que los ingenieros regresan con un mapa en donde indican en verde amplias zonas y lugares en los que un pueblo podría prosperar, y en rojo aparecen unas pocas zonas, líneas y lugares, en los que jamás se debería asentar una población, pues la vida allí sería complicada y los recursos económicos escasos.

Pues bien, Peraleda nació justo en uno de esos puntos rojos. Ni tiene agua ni arroyos, ni la tierra es buena ni tiene a mano ningún otro tipo de ventajas económicas ni militares. Ni siquiera apareció el pueblo en lo alto de un cerro para tener visibilidad, sino que  nace escondido a su falda. Es como si nuestros antepasados hubieran elegido el peor lugar a propósito para complicarse la vida ellos mismos y a todos sus descendientes.

En el diagrama superior podemos ver por qué en Peraleda no hay agua. La línea que divide las cuencas del Tajo y del Tiétar pasa más o menos por Guadalperal, Peraleda y Belvís. En Peraleda esa línea pasa justo por el cerro de la Copa, La Cruz y El Rollo. Si llueve en La Cruz, parte del agua escurre hacia el sur y se precipita rápidamente cuesta abajo hasta el Tajo y fin. Cuando el suelo se seca el agua desaparece. El resto del agua escurre hacia el norte, hacia la plaza de Greros y de allí saldría tras el tanatorio buscando el alejado arroyo de Valparaíso. Por tanto el agua que cae sobre Peraleda o bien desaparece rápidamente hacia el Tajo o bien se va hacia arroyos alejados dejando atrás tierra seca. No puede haber ningún arroyo en el pueblo o cerca de él porque las aguas que bajan del pueblo no pueden formar corriente alguna de agua hasta que poco a poco se va juntando con otras corrientes. Los arroyos que recorrían hasta hace poco las parcelas alrededor del pueblo eran canales de desagüe del regadío que en paz descanse, pero antes de ese regadío no existía allí regato alguno. Los arroyuelos que hay sólo tienen agua en época de lluvias, salvo el de Santa María y el de Valparaíso, que ya están alejados y aún así en verano traen muy poca agua o bien se reducen a una hilera de charcos.

Pero el agua de la lluvia no sólo corre por las calles o laderas, la mayor parte de ella se filtra al subsuelo y va poco a poco escurriendo en el interior de la tierra hacia tierras más bajas. En este caso nuestra situación es igual de mala, las aguas subterráneas no nos llegan de otras partes más altas porque las únicas tierras más altas que estos cerros son Gredos, cuyas aguas subterráneas procedentes de la lluvia o del deshielo de las nieves no nos pueden llegar porque caen antes en la cuenca del Tiétar, y los Montes de Guadalupe, que tampoco nos llegan porque se encuentran antes con el Tajo. Pero entonces ¿cómo es posible que existan aquí pozos de agua?

Eso se debe a la capa freática del subsuelo. Simplificando el asunto podríamos explicarlo del siguiente modo. El suelo que pisamos es de tierra hasta cierta profundidad, y luego está el lecho de roca. A su vez, la tierra está compuesta de capas. El agua baja hasta que llega a la roca y ya no puede bajar más, así que se va almacenando en las capas inferiores. Pero las capas del subsuelo no son todas iguales, algunas (como las arcillosas) rechazan el agua, y otras (como las calizas) absorben gran cantidad de agua como una esponja. Nuestro suelo está formado por calizas y arcillas. Imaginemos una especie de sándwich geológico formado por dos capas de arcillas y en medio una de caliza. El agua que consigue filtrarse por grietas y atravesar la capa arcillosa, llega a la caliza y la empapa. Ahora dejemos que las fuerzas geológicas plieguen estas capas formando una ondulación. En la superficie se verá un cerro, debajo tendremos que la capa caliza con agua se curva hacia arriba. El resultado es que debajo de la cumbre del cerro, igual que en su base, tenemos agua a pocos metros de profundidad. No es que el agua fluya hacia arriba, sino que la capa húmeda se curva hacia arriba y mantiene la humedad. Esa capa mojada es lo que llamamos “capa freática”. Por eso se podría dar la paradoja de que el agua del Tajo “suba” hasta llegar a Peraleda y allí pueda sacarse mediante la construcción de un pozo. El pozo en este caso sería un agujero que atraviese la primera capa arcillosa y llegase a la caliza. Allí, al abrirse un hueco, el agua que empapa la capa caliza se filtraría en el hueco y en poco tiempo lo dejaría totalmente anegado de agua. La capa arcillosa inferior sirve de suelo para evitar que el agua se vaya por abajo, tal como podemos ver en el dibujo siguiente:

La capa caliza, porosa y absorbente, funciona aquí como una esponja. Si acercas una esponja al agua hasta sólo rozarla, podrás ver cómo la esponja “chupa el agua hacia arriba” y se empapa aunque sólo la base esté en contacto con el líquido. La capa arcillosa actúa como un fondo de plástico, impide que el agua se filtre más hacia abajo y desaparezca.

Pero el precio que Peraleda tenía que pagar para tener pozos en el pueblo no es pequeño. Las aguas freáticas recorren un largo camino hasta llegar a Peraleda, y en el trayecto han ido disolviendo roca o tierra caliza. Cuando el agua por fin sale por un pozo de Peraleda, tiene tanta cal disuelta que ya no es potable (es lo que llamamos “agua gorda”), y tampoco sirve para lavar porque al estar saturada apenas disuelve el jabón y al secarse, la cal deja la ropa blanquecina y con cercos. Sólo en algunos sitios, donde alguna peculiaridad geológica hace que el agua caliza antes de llegar al pozo pase por algún tipo de filtro natural, el agua sale apta para lavar y beber. Bueno, “apta” por comparación con los demás pozos, porque en Peraleda ningún pozo podría hoy calificarse como apto para el consumo.

ENTONCES ¿FUERON NUESTROS ANTEPASADOS MASOCAS… Y SÁDICOS?

Es evidente que no. Ningún pueblo se asienta en un lugar sólo por complicarse la vida más de lo necesario. Es indudable que si los primeros peraleos se asentaron en este lugar fue porque por algún motivo el lugar les pareció el mejor de la zona para construir sus casas, a pesar del problema del agua. Y ese motivo debió de ser suficiente para convertir a Peraleda durante siglos en el pueblo más grande de toda la zona. Pero si ya hemos visto que ninguna de las ventajas habituales se cumple en Peraleda ¿cuál pudo ser el motivo? Bueno, en realidad hay una ventaja que no hemos negado: situarse junto a un cruce de caminos. Y no un cruce cualquiera.

En todos los cruces de caminos importantes surgen poblaciones. Las ventajas de situarse en un cruce son principalmente dos:

1- Puedes vender cosas y ofrecer servicios (comida, alojamiento, tabernas, etc.) a quienes pasan por un camino y también a quienes pasan por el otro (doble clientela)
2- Tienes buenas comunicaciones con cuatro zonas, por lo que tus productos tienen fácil salida hacia cuatro puntos cardinales.

Pero si miramos el mapa lo único que vemos es que Peraleda está fuera de las dos rutas principales de la provincia de Cáceres: algo retirada del Camino Real (Madrid-Lisboa) y muy lejos de la Ruta de la Plata (Plasencia-Trujillo). Navalmoral en cambio sí está en un muy buen cruce, entre la carretera que baja de Plasencia y el Camino Real, por eso es hoy la segunda población más grande de Cáceres.

Pero el mapa actual no nos dice demasiado sobre cómo eran los caminos hace cinco siglos o más. Si Peraleda tuvo su origen en época Romana entonces nos encontrábamos en el punto en el que la calzada que baja de la Vera por el puente romano de Valparaíso se une con la calzada que va de Mérida a Toledo y cruzaba el Tajo por el puente romano de Talaverilla. Sería pues el lugar de bajada de las tierras de Ávila por lado y la zona centro-oeste por otro lado, hacia el sur. Ese cruce de calzadas muy probablemente se encontraría en lo que hoy es la plazuela del Cristo. Ya hablamos sobre ello en el anexo final de nuestro artículo sobre la Peraleda Romana.

Cruce de Calzadas en Peraleda
Cruce de calzadas y el círculo en el que inicialmente estaba Peraleda

Siglos después, cuando el puente romano de Talaverilla se derrumbó, el lugar sigue siendo un vado por el que se puede atravesar el Tajo con relativa facilidad, por lo que el tráfico norte sur del occidente español atravesaba el Tajo por uno de los tres vados que había: el de Casar de Cáceres, el de Puente del Arzobispo (que aún no tenía puente), y el vado de Alarza, en Peraleda, por lo que incluso ya sin puente, seguíamos estando en un importante cruce de caminos.

Más tarde, en el siglo XVI, se construyó en Almaraz un puente para cruzar el Tajo, reactivando la ruta Madrid-Lisboa más o menos por lo que hoy sería la autovía A-5. Peraleda quedó en la ruta Madrid-Lisboa gracias a que su posición en la divisoria de aguas permitía ir de Calzada de Oropesa a Almaraz sin tener que vadear el arroyo de Santa María, algo que sí era obligatorio si querías pasar por Navalmoral.

En 1777, ya cerca del siglo XIX, la reina madre de Portugal (hermana de nuestro rey Carlos III) viaja a Madrid. El rey decide arreglar el maltrecho Camino Real de Madrid a Lisboa para hacer a su hermana el penoso camino más llevadero. En ese arreglo se adecenta el tramo de Calzada a Almaraz pasando por Navalmoral, que se convierte en la ruta principal por decisión oficial. Entonces Peraleda pasa de estar en la ruta principal a estar en una ruta alternativa y por tanto secundaria. Un año más tarde, Campomanes pasa en carruaje por la renovada ruta y se queja de que a pesar de las evidentes mejoras del Camino, el arroyo de Santa María, que hay que vadear, es una dificultad importante en el camino, peligroso en los meses de invierno, y recomienda la construcción de un puente para cruzarlo.

En el siglo XIX se construye el puente del Santa María, lo que hace ya innecesario desviarse por Peraleda, y nosotros quedamos definitivamente fuera de ruta, a pesar de seguir siendo el trayecto más corto. Además, en la segunda mitad de ese siglo se construye el tren, que en un primer momento iba a pasar por Peraleda pero finalmente se pasa también por Navalmoral. Es en esa época cuando Navalmoral definitivamente despega y deja atrás a una Peraleda que empieza a languidecer. Y todo por estar o dejar de estar junto al mejor cruce. No es de extrañar que a nuestros primeros pobladores no les importara demasiado si por aquí había agua o no.

Ante esto se nos ofrecen varias posibilidades para el origen de Peraleda. Pudo ser un poblado de época romana que no fue fundado (con el típico callejero romano en forma de parrilla) sino que fue surgiendo apelotonadamente y caóticamente alrededor de un cruce de calzadas. Tras la caída del Imperio o ya tras las invasiones árabes, el pueblo pudo reducirse a unos pocos pastores que resistieron al despoblamiento general. Luego, al llegar las repoblaciones medievales, se asentaron nuevos pobladores en la diminuta aldea, volviendo a florecer. O bien el pueblo antiguo se despobló totalmente y cuando se asentaron nuevos pobladores en el siglo XII, lo hicieron sobre los restos del antiguo poblado, que seguía estando en un cruce estratégico (de lo contrario habría sido muchísimo mejor asentarse en la fértil Vega de Alarza). O bien fue poblada por primera vez en el siglo XII. Como hemos visto, tanto en época romana como en el siglo XII y posterior, Peraleda estaba en un importante cruce de caminos que convertía este lugar en un punto estratégico de la comarca. Hoy ya no, pero al menos ya tenemos solucionado el problema del agua. Dicen que no se puede tener todo a la vez.

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10 comentarios en “EL AGUA EN PERALEDA 1: Cuando el agua era oro

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  2. Aparte de felicitar a don Eusebio y a Ángel por el impagable e impecable trabajo que hacen dándonos a conocer la historia de ese trocito de mundo donde nacimos y crecimos, no deja de asombrarme el hecho de que en un pueblo en el que no había agua corriente, tuviésemos durante muchos años una fábrica de gaseosas. Eso sí eran, como se dice ahora, «emprendedores».

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  3. Despues de haber leido el articulo sobre el agua de Peraleda uno se da cuenta de lo preciado e importante que era para la vida normal de nuestro pueblo este líquido elemento. Es tambien entrañable como se transporta uno a la niñez, los baños de zinc en el patio de abuela Nieves, la «colada» en el arroyo de Santa Maria, asi como los champuzones en el rio que yo particularmente recuerdo como una etapa muy feliz. Por último felicitarte a ti suegro por la recopilación tan minuciosa que como siempre haces, asi como a ti Angel por lo bien que has transcrito esa frescura y simpatia de mi madre a la que adoro.

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  4. Tremendo y laborioso trabajo de historia de nuestro pueblo y entorno. Aprender como y porqué surgió en esta ubicación el pueblo es importante incluso para comprender la situación actual del mismo.
    Un dato curioso es el porqué del nombre de la «Calle Peligros». Nunca supe el origen de ella y hoy estoy encantado por haberlo descubierto leyendo este artículo.
    Gracias por compartir todos estos conocimientos.

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  5. Buenas me encanta leer estas historias que yo x mi edad sólo lo había escuchado x mi abuela y mi madre.
    Sólo otra cosa la que aparece con lurdi en la foto es mi tia Rosa Parra.

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  6. Me encantan las historias, fotos y todo lo que publicáis aquí. Me hace recordar muchas cosas. Quisiera saber si fuera posible que el lavadero se restaura,hacer que no se deteriorara más ,pues fue parte de nuestra vida y seria una pena que se perdiera. Un saludo.

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