El pasado día 1 de febrero un grupo de peraleos que se encontraban en aquel momento en el Consultorio médico se enteraban de que el A.T.S. (Antonio o Toñi para sus paisanos) se jubilaba. No fueron muchos los que se enteraban ese día de la noticia pese a que el Ayuntamiento lo anunciara por los altavoces, y animara a que los vecinos que así lo deseasen acudiesen a la plaza a despedirle con un cariñoso aplauso.
El maldito Coronavirus, que hace que voluntariamente seamos muchos los que estamos encerrados en nuestras casas enfrascados en nuestras tareas o en nuestros ocios, hizo que no nos enteráramos de tal invitación. Entre estos se encontraba el que esto escribe que sintió una gran frustración por no poder acudir a ese espontáneo y por lo tanto sincero homenaje de despedida en que yo debía estar presente, aunque solo fuese por la amistad sincera y heredada de mi familia que sentía por sus padres Jesús y Carmen al igual que por su suegro Vidal.
Después de 39 años sirviéndonos, se nos jubila nuestro ATS oí decir a algunos; sí nuestro, no solo por ser el ATS de nuestro Consultorio sino por ser paisano nuestro, al que los más jóvenes lo han visto sentado en el mismo pupitre que ellos, jugar y corretear juntos y hacer alguna que otra trastada, como uno más y los más viejo porque lo hemos visto crecer y corretear por nuestras calles; por todo ello Peraleda lo considera su ATS.
Es curioso que desde los más de ochenta años que llevo ya a mis espaldas, no conozca una sola vez en que alguno de los sanitarios locales no haya sido hijo del pueblo. Hubo unos años en que los médicos (sí, en plural. porque entonces Peraleda tenía dos plazas de médico titular) no solo eran ambos del pueblo, sino que eran padre e hijo. Tal fue el caso de D. Domingo Juárez, de grata memoria, y a quién Peraleda le dedicó una calle, y de su hijo D. Francisco Juárez.
D. Paco, que así le llamábamos los peraleos, a la muerte de su padre siguió cuidando de la salud de nuestros vecinos junto con D. Manuel y después que éste marchara a Belvís con D. Antonio Lesme. D. Emilio Juárez y el farmacéutico D. Carlos Juárez, hijos de D. Domingo, ejercieron su profesión aquí en su pueblo natal.
Fue a la muerte de D. Paco cuando Peraleda dejó de estar representada en los médicos. Pero siguió haciéndolo en los Practicantes, pues a la muerte de D. José Barquero, peraleo, le siguió D. Aresio Núñez, que aunque vallisoletano estaba casado con una peralea, Juliana Marcos, familia (prima hermana) de los Juárez D. Paco, D. Emilio y D. Carlos.
A la muerte de D. Aresio le sigue nuestro D. Antonio También el veterinario. No nos ha de extrañar que los peraleos sientan que con la jubilación de su ATS, Peraleda pierde esta, llamémosla tradición de los últimos ochenta años, de contar con uno de sus hijos en la Sanidad local. (Aunque todavía nos queda la Farmacia cuya titular Mª Teresa Zabala Rodicio sí es peralea).
Hace unos día oí en la peluquería decir “ya no nos queda ni un maestro en el pueblo“. Se refería a que en el Colegio no había maestros del pueblo, cuando hubo un tiempo en que hasta siete de los maestros titulares eran peraleos; claro que el barbero le corrigió, “aún nos queda una maestra que aunque no haya nacido aquí, sí sus abuelos, y aquí se casó y aquí vive“.
Antonio López Rufo, nació en Peraleda. Inicia sus estudios en nuestro Colegio Lucio García. De aquí, por motivos laborales de su padre, se trasladó a las escuelas de patronato que Hidroeléctrica Española (empresa en la que trabajaba su padre) tenía en el Salto de Valdecañas, donde termina sus estudios primarios. Al terminar estos estudios marchó a Plasencia e ingresa en el colegio de San Calixto, donde inicia sus estudios de Bachilleratos que terminará en el Instituto de Navalmoral. Obtenido el título de Bachillerato ingresa en la facultad de medicina donde cursa durante dos años los estudios de medicina. Por causas personales abandona los estudios de medicina y se traslada a Cáceres donde cursará durante dos años los estudios de Enfermería. Terminados estos le llevará a Parla (Madrid) a ejercer su profesión de ATS, y posteriormente al hospital 1ª de Octubre (hoy Doce de Octubre) y de allí, al quedar vacante la plaza de ATS de Peraleda, la solicita y se le adjudica.
Antonio, como tantos otros es de lo que piensa aquello de “a tu tierra grulla aunque sea en un solo pie”, y aquí entre los suyos ejerció su profesión durante treinta y nueve años y un pico de meses con gran entrega e ilusión. Sabemos que ejercer la profesión de médico o de ATS en el lugar en que tienes tu domicilio es estar de servicio permanentemente. Oí una vez decir a D. Antonio Lesme, al que muchos recordamos: “Mis compañeros de estudio que eligieron otras profesiones, terminan su jornada laboral y echan el cierre a su despacho; Yo no puedo hacer eso. Esta misma noche a las tres de la mañana me tuve que levantar para ir a El Guadalperal a visitar a uno que le dio un cólico al riñón“. Y es verdad, hay profesiones que requieren un estar disponible siempre. Y ese es el caso del Médico y del ATS. Y más ahora que los Consultorios locales cierran y en caso de necesidad se suele echar mano de lo que tenemos más cerca y lo más cercano eras tú, Antonio. ¿Recuerdas aquel día, de los Santos Inocentes, por cierto, que cuando con algunos amigos en tu casa te disponías a pasar un buen rato y unos chavales tocaron el timbre para decirte que un coche acababa de atropellar a un señor? Allí en casa se quedaron tus amigos porque tú no solo acudiste al accidente, sino que parando al primer coche que pasaba te fuiste al hospital acompañando al accidentado. Hubo otra ocasión, una Noche vieja, en que estabas de guardia y cuando os disponíais a tomar las uvas llegó un aviso de urgencia (también era un cólico al riñón) y allí se quedaron las uvas.
Hay profesionales que solo buscan con su profesión ganar el sustento que tanto él como su familia necesitan, cosa muy loable pues el “ganarás el pan con el sudor de tu frente” nos obliga a ello, pero hay otros profesionales que además van buscando servir a la comunidad en la que desarrollan su actividad y esto, los pueblos lo captan muy bien. Peraleda, con esa concentración improvisada y espontánea y con esos aplausos, ponía de manifiesto que sí había captado que nuestro ATS era de estos últimos y por ello le agradecía la entrega a su vocación de servicio en este momento de su jubilación.
Yo recuerdo sus entradas en el Consultorio, siempre de prisa como aquel que llega tarde, y en la calle igual, como aquel que va a apagar un fuego solemos decir. No sé por qué he asociado esa su manera de llevar siempre prisa con la impetuosidad del Tajo antes de que perdiera su nombre en el embalse de Valdecañas. Tal vez porque el Tajo estuvo unido a su familia; su abuelo Antonio “molinero”, que así le conocíamos todos, se aprovechaba de ese ímpetu de las aguas para su molino en el que transformaba el trigo en la blanca harina que luego los peraleos transformaban en el sabroso pan. Más tarde sería su padre el que aprovecharía el ímpetu de las aguas para transformarla en energía en la central de Alarza, y más tarde, ya domada el agua, en las turbinas de la presa de Valdecañas.
Como ves, amigo Antonio, no iba tan descaminado cuando asociaba tus prisas a las aguas del famoso río. Por eso te deseo que una vez jubilado llegue a ti el sosiego, la tranquilidad, al igual que les ocurriera a las aguas del Tajo, y disfrutes junto a los tuyos el merecido descanso. Tu familia tiene derecho a disfrutar de tu presencia y tú de la suya. Dedícala ese tiempo que antes dedicaste a tu profesión.
Peraleda Febrero 2021
E. Castaño

Le deseo un buen futuro, muchísima salud y suerte SALUDOS
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Buenos días
Soy nieto de Agustina Martín Valero y Joaquín Iglesias Expósito, ella de Peraleda y el de Coria.
Se que ambos vivieron en Peraleda un tiempo antes de emigrar a Francia.
Mi padrino era Constantino Martín Valero que trabajo muchos años en Renfe aquí en Madrid.
Me gustaría saber si todavía tengo algún familiar en Peraleda y que contactará conmigo.
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Lo miramos a ver si descubrimos algo
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