Iconografía 3: En la nave de la iglesia


En esta ocasión vamos a ocuparnos de las imágenes y cuadros situados en la nave de la iglesia de Peraleda. Veremos el origen de cada pieza y hablaremos también de su significado. Esta es la tercera entrega sobre la iconografía parroquial de Peraleda de la Mata. Recuerde, en su ordenador, haga clic en las imágenes para ampliar.

Iconografía 3- En la nave de la iglesia


ALTAR DE LA VIRGEN DEL CARMEN


Imágenes altar del Carmen

El altar de la Virgen del Carmen fue el primero que vio tapar el hueco de su hornacina. D. Demetrio Domínguez, sacerdote en Valdehúncar y que se encargó provisionalmente de nuestra parroquia (el párroco D. Paulino había sido asesinado en la guerra) se había encontrado una imagen de la Virgen del Carmen entre las ruinas de una casa derruida en un bombardeo en Julio de 1937 y la recogió, donándola a esta parroquia. No sabemos en qué localidad encontró la citada imagen, solo sabemos que fue en una localidad manchega.

Esta imagen no es la que vemos hoy día; aquella era más pequeña y no se adaptaba a la altura de laAltar de la Virgen del Carmen hornacina por lo que el Ayuntamiento compraría más tarde la imagen actual, más alta, más esbelta, y que se adaptaba mejor a la hornacina. En una placa que aparece en la peana de la Virgen podemos leer. “Esta imagen se compró por el Sr. Alcalde Lucio García y García con los beneficios obtenidos en una corrida de toros efectuada en la feria del Cristo el año 1944”.

El párroco D. Marcelino González Nieto, vino a esta parroquia desde Viandar de la Vera y sabiendo que allí no había ninguna imagen con la advocación del Carmen envió allí la anterior virgen pequeña de D. Demetrio. En Viandar ha estado esa imagen en su parroquia de San Andrés Apóstol hasta el año 2014 aproximadamente, cuando a causa de su deterioro tuvo que ser destruida.

En el frontal de este altar un rosetón con una cruz y tres estrellas (el escudo de los carmelitas) ocupa el centro, y lo cruza una filacteria con la leyenda: “Tota pulchra es, amica mea, et mácula non est in te, C. de los Cantar. Capi. IV”, que traducido significa: Toda bella eres, amiga mía, y no hay defecto en ti, Cantar de los Cantares, capítulo 6. “Tota pulchra es” es una antigua oración cristiana escrita en el siglo IV. Es también una de las cinco antífonas para los salmos de las segundas vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre). A pesar de que nuestro altar nos remite solo al libro del Cantar de los Cantares, en realidad el texto está tomado en parte del libro de Judit y en parte del Cantar de los Cantares. La oración original empieza con estas palabras: “Tota pulchra es, María, et macula originalis non est in te.” La cita del Cantar de los Cantares dice “Pulchra es amica mea…”

Angelito del altar de la Virgen del CarmenA los lados y en un plano rehundido aparecen dos angelotes portando sendas filacterias; en una aparece la leyenda: “Quasi cedrus exaltata sum in Libano et quasi plantatio rosae in Jericho” (exaltada soy como los cedros del Líbano y como los rosales de Jericó) y en la otra: “Magnificat anima mea Dominum quia fecit mihi magna qui potens est” (engrandece mi alma al Señor poderoso, pues ha hecho en mí maravillas). Ambas citas son antífonas en honor a María, la primera sacada de Eclesiástico 24:13-14 y la segunda de Lucas 1:46-49 (canto del Magnificat). Estos angelotes fueron pintados en 1995 por Ángel Castaño Jiménez, profesor de inglés en la escuela Oficial de Idiomas de Zamora y residente de Salamanca, pero nacido en nuestro pueblo, a petición del sacerdote D. Julián Martín Paniagua, quien quería tapar el manchón de cemento que afeaba los laterales del frontal, tal vez porque hubiesen sido destruidos en 1936.

Completa este altar un lienzo en la parte superior que representa a la Virgen del Puerto, Patrona de Plasencia. En la parte inferior de la derecha vemos un personaje que bien pudiera ser un autorretrato o más probablemente el del patrocinador que mandara pintarlo. Este cuadro también se salvó de la quema durante la Guerra.

Virgen del Carmen en Viandar de la Vera

Aquí podemos ver a la imagen del Carmen salvada tras el bombardeo tal como estuvo en Viandar hasta hace poco.

Dos imágenes más, un San Lorenzo y un San Ramón Nonato en las hornacinas que flanquean la de la Virgen,  completan las imágenes de este altar. La imagen de San Lorenzo porta en su mano derecha una palma que indica que es mártir y en su mano izquierda el instrumento de su martirio, una parrilla. Originario de España, era diácono del papa Sixto II en Roma y murió en la persecución del Emperador Valeriano el 10 de agosto de 258 siendo asado vivo sobre una parrilla. Esta imagen fue regalo de Dª Petra Chaparro, Maestra nacional que fuera de nuestro pueblo (a la que los más mayores aún recuerdan) y que se casara con un peraleo, Lorenzo García.

La imagen de S. Ramón Nonato lleva en su mano derecha una custodia y en la izquierda la palma símbolo de los mártires. También español, ingresó en la orden de los mercedarios y marchó a África a rescatar cautivos. Como se le terminase el dinero, decidió cambiarse por un cautivo quedándose él en su lugar como prisionero. Los mahometanos le martirizaron horadando sus labios con un hierro incandescente para colocarle un candado y así impedirle predicar. Rescatado por su Orden en 1239 vuelve a España. El Papa Gregorio IX le nombra Cardenal. La muerte le llega un 31 de agosto de 1240 cuando se dirigía a Roma a donde había sido llamado por el Papa, que le quería a su lado. Se le llama “Nonato” (del latín non natus, no nacido) porque su madre no le parió, pues murió en el parto y el niño hubo de ser sacado del vientre de su difunta madre mediante cesárea. Esta imagen fue donada por Ramona Rufo Ortega, a la que ayudaron sus hermanas Eufemia y Encarna.

 

ALTAR DE LAS ÁNIMAS

 

Altar de las ÁnimasEnfrente de a la Virgen del Carmen se encuentra el altar de Las Ánimas. Está formado por un gran lienzo de 1,65 X 2,38 (amén del marco) pintado por D. Demetrio Domínguez, párroco de la vecina Valdehúncar que ya hemos mencionado. Representa una PSYCHOSTASIS o peso de las almas. Podemos ver en él las ánimas saliendo del purgatorio y presentándose ante la Virgen. A su lado el Arcángel San Miguel sostiene la balanza en la que la Virgen coloca el alma del difunto para ver si está ya purificado. Por encima del trono vemos un alma ascendiendo hacia el Paraíso una vez sopesada.

Rarísima es esta representación que sustituye a Cristo que ha de juzgar a vivos y muertos (rezamos en el Credo) por la Virgen. Tal vez el pintor, Sr. Domínguez, fuera un exagerado devoto de la Virgen o tal vez intentó reproducir el cuadro original, destruido en la Guerra, tal como era. Pero nada añadiremos sobre su significado, que trataremos en profundidad al final de este artículo. En la parte inferior del lienzo y a su derecha puede leerse: “Montilla. D. Domínguez. 6-IV-1938. II año triunfal de Franco” (que era la manera oficial de poner las fechas en aquellos años).

Anteriormente estaba coronado por un remate central de madera tallada, un poco al estilo de lo que vemos en el altar de enfrente, aunque sin dorados, pero en los años 80 el párroco José Luís Hermoso Borrajo retiró este remate (que ahora está guardado tras el órgano) al igual que se deshizo del bello tornavoz barroco que cubría el púlpito y que hoy se encuentra en casa de un particular.

En el frontal de la mesa de este altar entre tibias y calaveras podemos leer las siguientes inscripciones: “Beati mortui qui in Domino morientur (Apoc.cap.XIV)«, que Traducido dice: Bienaventurados los que mueren en el Señor. En la otra inscripción se lee: “Vigilate itaque quia nescitis diem neque horam” (Mat.25,13), que significa: Vigilad, pues no sabéis el día ni la hora. Este frontal, y el del Carmen, que se encontraban muy deteriorados y con algunas grietas en la madera, fueron también retocados por Ángel Castaño en el mismo año de 1995 para disimular las zonas dañadas. Los altares originales habían sido acortados en profundidad siendo párroco D. Julián Martín Paniagua porque estorbaban el paso, y la madera se pegó al cemento. El cemento actuó de esponja para la humedad del suelo y los frontales del altar quedaron en serio peligro por la humedad, por lo que aprovechando la restauración del 95 se colocó una cámara entre el altar y el cemento con material aislante para evitar que la humedad, que ya rezumaba por toda la madera, terminara por destruirlos.

 

VIACRUCISVia Crucis Peraleda de la Mata

 

Un preciosos viacrucis formado por 14 cuadros en relieve, recorren las paredes de la nave central. Fue regalo de Dª Concha Saúllo Enríquez. Costó 1.000 pts. Lo regaló en acción de gracias porque su hijo Luis García Saúllo, militar al que el estallido de la Guerra Civil cogiera en Madrid, donde fue encarcelado, salvara la vida (era artillero y llegó a ser el Director de la Academia de Artillería de Segovia años más tarde.)

MARTÍRIO DE FRAY LEÓN

Martirio de Fray León de PeraledaEncima de la puerta que da acceso a la sacristía vemos el cuadro que estuvo dentro de ella (y también durante algunos años encima del arco de la capilla) y en el que se representa el martirio de Fray León de San José, mártir peraleo del siglo XVIII. Este Fray León nació en nuestro pueblo el 22 de septiembre de 1708 y fue bautizado en nuestra parroquia el 8 de octubre de ese mismo año. Desde muy pronto se sintió atraído a la vida religiosa. Ingresó en la orden de los Agustinos recoletos y marchó a Filipinas a predicar el evangelio y en la isla de Mindoro los nativos le dieron muerte un 23 de octubre de 1739 tras cortarle las manos, los pies y finalmente la cabeza, tal como vemos representado en el cuadro.

Don Juan de la Fuente Remedios, que fuera sacerdote en nuestra parroquia muchos años y que fue luego trasladado a la parroquia de San Andrés en Navalmoral, encontró en el archivo de allí un documento dirigido al Concejo de la Mata en el que se comunicaba la muerte de Fray León. Hizo una fotocopia del documento, que me mandó y que yo deposité en el archivo parroquial. El lienzo antes de ser colocado en su actual ubicación fue restaurado en el taller de Las Coscojas por el pintor mejicano D. Claudio Favier Orendain, quien lo hizo desinteresadamente y lo enmarcó con una marco más adecuado a su tamaño.

 

NUESTRA SEÑORA DE QUINTANARES

 

Nuestra Señora de los QuintanaresEntre el hueco que queda entre este cuadro y el altar de la Virgen del Carmen se colocó el cuadro que estuvo antes encima del arco de la entrada a la Capilla. Al principio debió estar situada sobre un altar, a juzgar por la quemadura de vela que tenía en la base del lienzo. Cuando se añadió al templo la Capilla, la ventana que daba luz al templo quedó tapada por la cúpula de aquella, por lo que tapiaron con unos tablones el hueco. Para a su vez tapar estos tablones que afeaban el templo, pusieron un cuadro de una Virgen; era imposible averiguar la advocación por lo ennegrecido del cuadro debido al humo de las velas después de tantos y tantos años, y por la altura en que estaba colocado. Fue el 18 de febrero de 1999 cuando D. Ernesto Juárez Gómez, nacido en nuestro pueblo y vecino de Madrid, solicita al Párroco D. Julián Martín Paniagua permiso para llevarse el cuadro para su restauración. Concedido el permiso D. Ernesto lo lleva a los talleres de Dª Marta Quirós, restauradora de obras de arte.

El lienzo de 118 cm. x 96 cm. tiene como figura central una Virgen con un niño enmarcado por cuatro columnas salomónicas, dos a cada lado, adornadas con vides. En su parte superior aparecen tres figuras que representan las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. La primera está representada por una mujer con los ojos tapados portando en su mano derecha una cruz y en la izquierda una custodia; la segunda por una mujer embarazada con un ancla en la mano derecha y la tercera por una mujer con un niño en brazos. Debajo de la imagen que representa la esperanza, un obispo con un león, muy probablemente San Jerónimo.

La Virgen de Quintanares se trata de la advocación mariana correspondiente a la patrona del pueblo de Horna, perteneciente a Siqüenza, con ermita próxima a las fuentes del Henares. Se asegura que la Virgen se apareció en el mismo lugar en el que está su ermita a una joven llamada Violante en alguna fecha anterior al siglo XVI, de cuyo siglo data la talla de madera primitiva de tal imagen, robada de su santuario en 1973. El cuadro que se halla en Peraleda, según informó la restauradora, data del siglo XVII y probablemente estaba destinado a ser llevado a América, pero por alguna razón acabó en nuestro pueblo.

Según opinión de la restauradora Dª Marta Quirós, el marco de estilo barroco es de un gran valor artístico. Nos lo describe así: “marco barroco con talla gruesa meticulosa de gran belleza. La decoración es vegetal fundamentalmente. Tallos vegetales que se encorvan dotan a la pieza de un movimiento y calidad importante.” Está formado por tres cuerpos: El primero y más unido al lienzo de 0,12 cm de ancho, un segundo central también de 0,12 cm a un nivel más bajo y un tercero de 0,4cm de ancho y de talla típica barroca.

Virgen de los Quintanares antes y después de la restauración

Virgen de los Quintanares antes y después de la restauración

La restauración, que costó un millón de pesetas, fue sufragada por D. Ernesto Juárez Gómez. El 2 de abril de 2000 fue devuelto a la parroquia y colocado esta vez entre el Altar de la Virgen del Carmen y la sacristía y a una altura que permitía ver los detalles a los fieles interesados en ello.

Peraleda de la Mata 7 de noviembre de 2.001

Eusebio Castaño.

 

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APÉNDICE

EL CUADRO DE LAS ÁNIMAS

Cuadro de las Animas

En su enciclopedia visual de arte sacro (ArsProdeo), Angel Castaño incluye una ficha en la que analiza este cuadro desentrañando su lenguaje y mostrando por qué es tan interesante. Ponemos en este apéndice sus argumentos.

Independientemente de su mérito artístico, si algo destaca de entre la iconografía de Peraleda es este cuadro de gran tamaño con una escena que al instante podríamos calificar de herética y que sorprenderá por su rareza/originalidad y por su poca ortodoxia a cualquier entendido en arte o en teología. Nada semejante a esto podemos encontrar en la historia del arte cristiano. Pero analicemos la representación en detalle para entender su mensaje.

 

1- PSICOSTASIS

Psychostasis

San Miguel, Guariento di Arpo, s. XIV

Psicostasis (o «Psychostasis») significa «el peso de las almas». Viene del griego «psyque» (alma, de ahí palabras como psicología, la ciencia sobre el alma) y «stasis» (equilibrio, quietud, de ahí palabras como «estático»). Se trata de un tema tradicional en el cristianismo que continúa la tradición existente en otras religiones como la egipcia y posteriormente la griega. La psicostasis puede aparecer como tema propio o como una escena más dentro de las representaciones del Juicio Final.

La versión típica muestra al arcángel san Miguel, alado, frecuentemente vestido con una armadura. Sujeta la balanza en la que se pesan las almas en el Juicio Final. En cada platillo hay una pequeña figura desnuda, un alma humana (a veces se representa un corazón). Puede haber un demonio intentando inútilmente inclinar la balanza a su favor, motivo que abunda en la pintura de los Países Bajos y que ya aparece en los papiros del Antiguo Egipto. En ese caso también puede que San Miguel esté atravesando al demonio con su lanza para evitar que falsee el juicio.

Esta escena del peso de las almas no tiene ninguna base bíblica ni teológica y en realidad no se trata de una escena, sino simplemente de una metáfora sacada de las tradiciones paganas anteriores. Como en otras ocasiones, el cristianismo inicial, al ir desarrollando su iconografía, aprovechó a veces motivos paganos conocidos por todos para representar alegóricamente un concepto cristiano. El concepto de Juicio Final era representado por los paganos como el peso de las almas, así que los cristianos continuaron usando el mismo motivo para tal fin.

 

Juicio Final, Peter von Cornelius

Juicio Final, Peter von Cornelius, s. XIX

2- JUICIO FINAL

Más frecuente, y más puramente cristiana, es la representación del Juicio Final basada en las descripciones escatológicas que encontramos en la Biblia. En ellas vemos a Jesús como juez (a menudo sentado en un trono) juzgando a los muertos que resucitan de sus tumbas y suben hasta Él, siendo unos enviados al cielo (representado por nubes y ángeles) y otros al infierno (cuya entrada se representa como una caverna de donde salen llamas o como un monstruo con las fauces abiertas). En este caso es frecuente encontrar junto a Jesús, a su derecha, a María, que arrodillada intercede ante él por la salvación de las almas, y a veces encontramos a su izquierda (por influencia del arte bizantino) a San Juan Bautista en idéntica actitud. Por lo tanto en las representaciones bíblicas del Juicio Final encontramos frecuentemente a María junto a Cristo Juez como intercesora.

 

3- LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

Virgen del Carmen y purgatorio

Mariano Salvador Maella “La Virgen del Carmen intercediendo por las ánimas del purgatorio”. S. XVIII

Un tercer tema artístico relacionado con el Juicio Final es el del purgatorio. Las almas (en latín “ánimas”) que merecen la salvación pero que arrastran pecados, necesitan un proceso de purificación antes de entrar en el cielo, pues como dijo Daniel en 12:10, “Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán”. San Pablo nos ofrece además la metáfora del fuego purificador al referirse a aquellos que en el Juicio Final serán declarados salvos: “La obra de cada uno se verá claramente en el día del juicio porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno. Si la obra que se construyó resiste, recibirá su salario. Si la obra se quema, será castigado, aunque se salvará como quien escapa del fuego.” (1 Cor. 3, 13-15).

Es esta imagen metafórica del fuego usada por San Pablo (y también Zacarías en 13:9) la que ha inspirado en el arte cristiano para representar al purgatorio como un lugar donde las almas (representadas como personas desnudas) claman de entre las llamas pidiendo la intercesión de nosotros y de María para poder acelerar su proceso de purificación. Esto ha llevado a veces al error de pensar que el purgatorio es un lugar, y además que se trata de una especie de infierno en donde las almas sufren tormento, aunque temporal en lugar de eterno. Sin embargo el purgatorio no ha de verse tanto como un castigo como más bien un proceso de purificación, un regalo de Dios, aunque como toda purificación-maduración implica cierto nivel de sufrimiento que en este caso es la dilación de la visión beatífica en un momento en el que el alma ya solo desea unirse con Dios. Como dijo algún santo, “¡bendito purgatorio, antesala del cielo!”.

En el arte, el purgatorio casi siempre se representa formando parte de la escena en la que María, flotando en una nube sobre las llamas, rescata para el cielo a las almas que con su intercesión ha logrado sacar anticipadamente, por decirlo de algún modo. María puede estar sacando a las almas con su mano o con el cordón de su vestido o bien son ángeles quienes bajo su mandato y mirada se encargan de sacarlas de allí. El Niño Jesús que acompaña a la Virgen nos recuerda que, en última instancia, es Cristo quien completa su purificación (y así los saca), aunque sea por la intercesión de María. En este caso la representación de María muy frecuentemente se hace bajo la advocación de la Virgen del Carmen, por eso los altares enfrentados del Carmen y de las Ánimas forman en nuestra iglesia una unidad, y los fieles, al pasar por ellos, son así recordados de su obligación cristiana de rezar por los difuntos del purgatorio (pues rezar por quienes están en el cielo es innecesario y por los condenados es ya tarea inútil).

 

NUESTRO CUADRO DE LAS ÁNIMAS

 

La representación del altar de las ánimas de Peraleda, aunque fue pintada en el año 1939 sustituyendo al anterior cuadro destruido en la Guerra, como ya se ha dicho, es de suponer que se hiciera imitando la representación del cuadro original (la gente no quería novedades, quería recuperar lo que habían perdido), y además sabemos que allí había anteriormente un cuadro de las ánimas por testimonios y porque las citas del altar adjunto se refieren al Juicio Final.

La primera impresión es que se trata de una representación herética del Juicio Final, en el cual María está sentada en el trono de juez pesando las almas y decidiendo su salvación o condena, usurpando así el papel de Jesús. Sin embargo si miramos el cuadro más despacio veremos que a pesar de las apariencias, en realidad no hay nada herético y sí mucho original. Para entenderlo debemos partir de la base de que nuestro cuadro de las ánimas mezcla de una forma muy peculiar los tres temas artísticos comentados: la psicostasis o peso de las almas, el Juicio Final y el Purgatorio. La escena global resulta chocante, pero analizando sus partes no podemos en realidad poner reparos teológicos.

Fragmento cuadro de las Ánimas, PeraledaPor un lado tenemos el elemento de la psicostasis, y como siempre ocurre en este tema, es San Miguel, como representante de Dios, el que sujeta la balanza con una mano y la espada con la otra. Ya vimos que en estas representaciones a veces encontramos al demonio tirando de un platillo intentando influir en el peso para llevarse el alma del desdichado. Pues bien, lo que vemos en nuestro peculiar cuadro es algo insólito en el arte pero irreprochable en la doctrina: aquí es María la que apoya su mano sobre un platillo para influir a favor de la salvación del alma que está siendo pesada, la cual no aparece en el platillo como sucede normalmente, sino arrodillada a sus pies pidiendo su intercesión. Si en la representación tradicional la trampa del demonio tirando del platillo no logra influir en el resultado del juicio, aquí la intervención de María inclinando la balanza a favor del penitente sí es eficaz, como vemos por el alma que, pasada la ceremonia, asciende al cielo en la izquierda del cuadro. Por lo tanto lo que nuestro cuadro muestra de una forma muy original (pues nada parecido encontramos en el arte cristiano) es la función de María como intercesora, no jueza.

Y es que no estamos en realidad ante una representación del Juicio Final, aunque esté relacionado con él. Si la escena de la psicostasis se utiliza como parte o símbolo del Juicio Final, aquí la tenemos en otro contexto, como parte del proceso de purificación del purgatorio. Las almas, en forma de hombres y mujeres cubiertos con túnicas blancas, salen de un lugar en llamas que no es el infierno, pues de allí no se sale, sino el purgatorio, por lo tanto son almas que ya han sido juzgadas y declaradas justas, aunque aún debían ser purificadas completamente antes de entrar en el cielo, pues como dice el libro del Apocalipsis (cap. 21 vs 27) “nada manchado entrará en [la Jerusalén Celestial]”. El hecho de que vayan todos vestidos con túnicas blancas (símbolo de pureza que visten los santos del cielo según la iconografía del libro del Apocalipsis) enfatiza la idea de que se trata de las almas de los justos. La única diferencia es que llevan la cabeza cubierta con un velo (por eso es fácil creer que son todos mujeres pero no, algunos presentan rasgos masculinos), como quien aún prefiere ocultarse, y cuando son liberadas del purgatorio (como el alma que asciende y el otro ánima arrodillada que acaba de ser liberada también) entonces el manto que las tapa desaparece y quedan solo con su túnica blanca de pureza. Una banda azul, frecuente atributo de María, simboliza su “ticket” para el cielo, como vemos en el alma que, libre ya de todo el peso de sus pecados, se eleva hacia la gloria.

Psicostasis con la Virgen MaríaEs muy probable que el ánima que flota hacia el cielo y el ánima arrodillada ante María sean la misma persona, pues en el arte cristiano era frecuente representar una historia de varias fases dentro de un mismo cuadro. En ese caso la escena debería leerse del siguiente modo: 1- Unas personas que están en el purgatorio acuden a la intercesión de María; 2- una de ellas ya la vemos arrodillada ante ella suplicando su intercesión; 3- la Virgen intercede por ella (con su mano inclina la balanza de San Miguel a su favor); 4- el alma así purificada asciende hacia la gloria mientras las demás esperan su turno.

Por tanto esta peculiar psicostasis se está produciendo después del Juicio Final y, al contrario de la tradicional, no se usa aquí como metáfora del Juicio sino como metáfora del poder de intercesión de María, que con su intervención acelera la entrada en el cielo de las almas que ya habían sido declaradas salvas. Si María no está a la derecha de Jesús, sino sentada en un sillón al que llegan las almas impuras, es porque el Juicio ya pasó.

Otro detalle que nos da pista de la simbología del cuadro es el color de la piel. A medida que las ánimas van saliendo del purgatorio y aproximándose a María se van tornando cada vez más claras, luminosas, por eso la última de todas, la que asoma la cabeza aún sumergida entre las llamas, es de tez muy oscura, mientras que el resto muestran un aclaramiento progresivo de la piel a medida que se van acercando a María, como indicando que la santidad de la Virgen tiene sobre ellas un efecto purificador. Por lo tanto, si ya antes de llegar al pesaje nos encontramos con un proceso gradual de purificación, parece ser que el pesaje en sí no es el momento en el que se toma una decisión (este ánima puede salir y esta otra tiene que volver a las llamas), sino sólo el símbolo que escenifica la infabilidad de la intercesión de María ante las almas. De este modo María se presenta no como la que decide a quién va a ayudar y a quién no, sino directamente como la puerta de salida del purgatorio, la fuente de agua que purifica a todos los que a ella han recurrido en vida (pues tras la muerte nuestro destino ya está echado). Por eso podríamos pensar que aquellos que en vida acudieron a María recurren a ella ahora, o bien que María, como símbolo de la Iglesia (tal como nos lo presenta el Apocalipsis), representa a los sufragios (oraciones y sacrificios ofrecidos por las ánimas del purgatorio) de la Iglesia triunfante (los santos que ya están en el cielo) y de la Iglesia militante (los cristianos que estamos aún en la tierra), pues tanto unos como otros pueden con su oración aliviar las penas del purgatorio y acortar el tiempo de purificación. En cualquiera de las dos interpretaciones la psicostasis de María no sería realmente una decisión, sino una constatación de que el poder de intercesión de María-Iglesia es un instrumento totalmente eficaz para ir sacando a las almas del purgatorio anticipadamente, por decirlo de algún modo. Tal como dijo la Virgen a Santa Brígida: “Yo soy madre de Dios, y madre de todos los que están en el purgatorio; porque todas las penas que se han de dar a los que allí se purgan por los pecados, por mi intercesión se mitigan de alguna manera  cada hora”, por eso María es la puerta de salida, porque por su intercesión todas las almas ven su purificación acortada y su anticipada liberación se debe en buena parte a su intervención.

Nota doctrinal: Aunque nos vemos obligados a hablar en términos temporales para poder entendernos, diciendo que esto ocurre antes o después, en realidad en el plano espiritual no existe el tiempo ni el espacio (Einstein demostró que tiempo y espacio son atributos de la materia), por eso tiene sentido rezar por las almas del purgatorio y al mismo tiempo decir que el Juicio Final ocurrirá “al final de los tiempos”. Desde nuestro punto de vista aquí en el mundo físico, el Juicio aún no ha tenido lugar, pero para los que habitan ya el mundo espiritual, el Juicio “ya ha ocurrido”.

Capilla portátil Virgen del CarmenLa representación de la Virgen del Carmen frecuentemente nos muestra a sus pies gente desnuda entre llamas, las ánimas del purgatorio a las que ella viene a socorrer. Puede incluso que la talla original que había en el altar del Carmen antes de la Guerra tuviera también esas ánimas representadas, tal como vemos en la capillita del Carmen que aún va de casa en casa. En tal caso podríamos decir que tanto el altar de la Virgen del Carmen como el altar de las Ánimas están representando exactamente la misma escena pero usando una simbología diferente. En el caso del altar del Carmen nos encontramos con una iconografía tradicional, y en el caso del altar de las Ánimas nos encontramos con una forma única (made in Peraleda) de representar la intercesión de María utilizando y recombinando de manera totalmente original elementos sacados de otros temas artísticos relacionados pero nunca antes expresados de esa manera. Aunque solo fuera por eso merecería la pena prestar más atención a este cuadro, que es una aportación singular de Peraleda al arte cristiano, y que desgraciadamente sufre el olvido y el deterioro. Ha llegado quizás el momento de una restauración que dignifique aquello que en cierto modo es  “la joya de la corona” del arte en Peraleda por su singularidad.

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