Iconografía 1: Lo que la Guerra se llevó


Primera entrega de una serie de artículos que tratarán sobre todas las imágenes que posee nuestra parroquia, explicando su origen y significado. Aquí veremos las imágenes que había antes de la Guerra Civil en nuestra iglesia, casi todas hoy desaparecidas. Nota: haga clic sobre las fotos que quiera agrandar.

Restos del antiguo Cristo de la Humildad, talla en madera de gran valor artístico.

Restos del antiguo Cristo de la Humildad, talla en madera de gran valor artístico.

INTRODUCCIÓN

Santa Sofía, Nicea. Sede del 2º Concilio.

Santa Sofía, Nicea (actual Turquía). Sede del 2º Concilio.

Desde que en el segundo Concilio de Nicea, en al año 787, la Iglesia admitiera definitivamente el culto a las imágenes (tras las polémicas de siglos anteriores), éstas han ocupado gran parte de los retablos de nuestras iglesias. Frente a aquellas sectas iconoclastas que interpretaron el capítulo XX del Éxodo de una manera muy distinta al Concilio aludido, nosotros, los católicos, inundábamos nuestras iglesias de imágenes. Éstas en España brotaron como hongos y de una manera muy especial las imágenes dedicadas a la Virgen. Bajo variadas advocaciones raro es el templo que aquí, en nuestra España, no cobija dos o tres y a veces más imágenes de María.

Los ocho siglos de dominación árabe en nuestra península hicieron que pusiéramos gran énfasis en resaltar las diferencias existentes entre nuestra cultura cristiana y la cultura islámica de los dominadores. Como ésta prohibía toda representación humana, aquella desplegaba toda su creatividad, ya en la pintura, ya en la escultura, para representar cristos, vírgenes, santos y personajes bíblicos.

Nuestra parroquia no fue distinta a esta costumbre y desde su creación tuvo una serie de imágenes talladas en madera de gran valor artístico, como correspondía al siglo XVII, época en que finalizaban las obras de nuestro templo, y que es conocido con el sobrenombre de Siglo de Oro por el esplendor que alcanzó el arte y la literatura en nuestro suelo. ¡Lástima que no podamos disfrutar de todas esas obras de arte en nuestros días!

LAS IMÁGENES EN NUESTRO TEMPLO DESDE EL SIGLO XVII HASTA LA GUERRA CIVIL

En los días azarosos de 1936 nuestro templo parroquial, fue profanado, transformado en un almacén, principalmente de grano, y quemadas todas sus imágenes. Entre las imágenes desaparecidas se encontraba una de talla pequeñita de Nuestra Señora de la Mata, titular de la parroquia de Santa María y a cuyo alrededor se creara la Campana de la Mata allá por el siglo XIII. Esta imagen fue trasladada a Peraleda, pues era aquí donde residía su Cura Rector.

Virgen de la Campana de la Mata

Virgen de la Campana de la Mata. Tinta y temple, s. XVII.

Siendo estudiantes Manolo Parra y yo, tuvimos que hacer un trabajo sobre alguna advocación mariana de nuestro pueblo y decidimos hacerlo sobre la Virgen de la Mata de la que habíamos oído hablar. Acudimos a su abuelo (y abuelo de mi mujer), Agustín Chicorro, para que nos informara sobre esta Virgen. Éste nos relató que era una virgen que se veneraba en San Gregorio y que recordaba que siendo pequeño su abuelo le había contado cómo los peraleos fueron en procesión hasta allí para traer la imagen de la Virgen, que era muy pequeñita. Por cierto que también nos contó cómo en los primeros días de la guerra al pasar por la plaza vio cómo un miliciano con un hacha rompía la imagen para quemarla después y que le recriminó por ello. Esta imagen estaba colocada en una de las hornacinas pequeñas que hay en el altar de la derecha en la capilla cuya hornacina central estaba ocupada por un San Antonio de Padua y la otra hornacina pequeña por una imagen de la santa de Ávila, Santa Teresa.

Otra imagen desaparecida, también de gran valor según me han contado, fue una talla en madera policromada de un S. Francisco Javier. La devoción en nuestra parroquia a este santo está demostrada por la existencia de una cofradía encargada de propagar la devoción al santo navarro. No sabemos con exactitud sus comienzos, pero sí que existía ya en 1723, según un libro de actas de esta cofradía que se conserva en los archivos parroquiales. Esta imagen ocupaba la hornacina central del altar que estaba a la izquierda en la capilla.

En dos hornacinas más pequeñas situadas a uno y otro lado de la hornacina central había un San Roque con su perrito y un San Ramón Nonato.

El altar de enfrente a la entrada de la capilla lo ocupaba una Purísima (no la que hay hoy día). En la parte superior de este altar, en el lugar en que hoy vemos un cuadro que representa la Virgen de Guadalupe, había un cuadro que representaba el Sermón de la Montaña.

Reconstrucción hipotética de la talla destruída

Reconstrucción hipotética del Santiago destruído

En el altar mayor en la hornacina central, una imagen del titular de la Parroquia, Santiago Apóstol. Presentaba esta imagen la originalidad de que portaba en su mano una talla pequeña de la Virgen del Pilar.

Una Santa Ana, un Corazón de Jesús, un S. Antonio Abad (San Antón) con su cerdito y un San Sebastián eran las imágenes que ocupaban las hornacinas de las cuatro calles que forman el retablo de éste altar.

A Dios gracias no tocaron las pinturas murales que hay detrás del retablo, en la misma pared, por lo que aun hoy podemos verlas, aunque eso sí muy deterioradas. Estas pinturas murales adornaban el fondo del altar, antes de que se hiciera el retablo. Dichas pinturas se hicieron con la técnica del esgrafiado, consistente en dar una capa de cemento blanco que luego se raspa de manera que las figuras quedan en relieve. Estas pinturas no son de gran belleza pero sí suponen un valioso ejemplo (de los pocos que han sobrevivido) de la antigua pintura religiosa esgrafiada de Cáceres. El motivo central es la Batalla de Clavijo en la que se apareció el Apóstol Santiago a caballo luchando a favor de las tropas de Ramiro I en tiempos de la Reconquista.

Esgrafiados ocultos tras el retablo mayor

Esgrafiados ocultos tras el retablo mayor

Un gran crucifijo, conocido con el nombre de El Cristo de la Misericordia, de madera tallada y de gran valor artístico, ocupaba el altar lateral de la derecha. Hoy es visible el hueco que ha dejado la imagen desaparecida. En la parte superior de este altar había un lienzo cuya temática no he podido averiguar.

Fases por las que ha pasado la hornacina. Reconstrucción teórica del antiguo crucifijo y los únicos restos que sobrevivieron: los pies.

El altar lateral de la izquierda lo ocupaba la misma imagen que hay hoy, pues esta imagen fue la única de la iglesia que se salvó de la quema. Un montón de sacos de trigo confiscados por las autoridades de aquellos días y apilados sobre este altar tapó la imagen evitando con ello su desaparición. No así el cuadro existente en la parte superior de este altar que representaba a St. Domingo recibiendo de manos de la Virgen el Santo Rosario que sí fue quemado.

Virgen del Rosario, única imagen de la iglesia que no fue destruida.

Virgen del Rosario, única imagen de la iglesia que no fue destruida.

Otro cuadro, el de la Virgen de Quintanares, se salvó también de ser quemado, probablemente debido a la dificultad de acceder a él por la altura en que se encontraba, pues ocupaba el lugar en el que hoy luce la vidriera de Santiago.

Nª Sª de Quintanares y El Martirio de Fray León, únicos cuadros que se salvaron de la destrucción

Nª Sª de Quintanares y El Martirio de Fray León, únicos cuadros que se salvaron de la destrucción

En medio de la nave central a la derecha había una imagen de La Virgen del Carmen y a la izquierda, enfrente de éste, estaba el Altar de las Ánimas. Este altar consistía en un lienzo que representaba el Juicio Final (no es el actual). En su parte superior, una pequeña hornacina albergaba una imagen pequeñita de S. Sebastián.

Casi todas las imágenes citadas eran tallas de madera, de tamaño pequeño y adaptadas a las hornacinas de sus respectivos retablos, suponemos que más o menos del siglo XVII, época en que se terminó la construcción del templo. Todas fueron destruidas, excepto la Virgen del Rosario (o de las Candelas, que también con esta advocación es conocida en nuestra parroquia) y solo pudieron recogerse algunos fragmentos rotos o chamuscados.

Trozos de las imágenes primitivas conservados en un arcón hasta finales del s. XX

Trozos de las imágenes primitivas conservados en un arcón hasta finales del s. XX

En la sacristía había dos cuadros, uno representaba la Imposición de la casulla por la Virgen a San Ildefonso, Obispo de Toledo, el otro el martirio de Fray León (en la fotografía vista anteriormente). Desconocemos las causas por las que quemaron el cuadro de la Imposición de la casulla y respetaron el otro.

Una vez pasado el torbellino de estos días luctuosos para el pueblo, éste se dedicó a la tarea de adecentar el templo para poder reanudar el culto, comprando también imágenes nuevas para sustituir las desaparecidas. En los próximos artículos veremos qué imágenes son y cómo se obtuvieron.

Peraleda de la Mata 7 de noviembre de 2.001

Eusebio Castaño.

iglesia barroca

Fotomontaje del aspecto de la iglesia de Peraleda antes de la Guerra Civil.

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ANEXO

Talla de la Virgen del Rosario

(Angel C)

Virgen del Rosario - Peraleda - Caras

Esta imagen, como hemos comentado, es de las pocas que sobrevivieron a la destrucción de la Guerra y la única de nuestro templo que quedó intacta. Se trata de una talla de madera de gran belleza y bastante bien conservada (aunque el rostro de la Virgen ya va mostrando cierta necesidad de restauración), por lo que es una de las imágenes artísticamente más valiosas de la parroquia, junto con el Cristo del Descendimiento y el antiguo Cristo de la Humildad. Es además nuestra virgen «comodín», lo mismo nos vale como Virgen del Rosario (que es su sentido original) que como Virgen de las Candelas, o como la Virgen del Encuentro para el Domingo de Resurrección o, mientras fue necesario, para transformarla en Virgen de la Campana durante la Romería de la Virgen de la Campana de la Mata.

Virgen del Encuentro

Aquí la vemos como «Virgen del Encuentro», haciendo pareja con la talla del Cristo resucitado, de similar tamaño y también tallada en madera, aunque fatalmente restaurada.

Aquí está haciendo de «Virgen de la Campana de la Mata», procesionando en romería (a veces con su corona, a veces con sombrero de pastora) hasta «La Bomba», en donde tiene su «altar».

Candelas

Y, cómo no, la vemos también de Virgen de las Candelas. Todos los peraleos hemos pasado por ella cuando éramos bebés. El día de las Candelas los niños nacidos ese año son presentados a la Virgen para que interceda por ellos. Los padres llevan una tarta que se rifa entre todos los vecinos.

Y por último vamos a responder aquí a una pregunta que a menudo se oye por ahí: ¿Por qué le han dado al Niño la vuelta? Como podemos ver en esta foto antigua, desde hace ni se sabe cuánto, la Virgen sostiene al niño de forma que este está de cara a los fieles. Sin embargo hace poco el Niño «se dió la vuelta» y ahora nos da la espalda. Mucha gente no lo entiende y echa mano de la lógica de: eso estuvo así de toda la vida, ¿por qué ahora lo cambian?

Vamos a explicar aquí el porqué del cambio. Para empezar no sabemos cuántos años hace que estaba así «de toda la vida» pero lo que sí sabemos es que cuando se creó esa talla se diseñó de modo que el Niño miraba hacia su madre, no a la gente. Hace años, al realizar el inventario de la parroquia, encontramos una anomalía en la conjunción de tallas entre la madre y el Niño hasta el punto de que en un primer momento pensamos que se trataba de dos tallas diferentes que habían sido acopladas en «un apaño» conveniente, como si el Niño original se hubiera perdido y le hubieran «encajado» otro distinto, pero al desmontar las imágenes para fotografiar al Niño desnudo vimos que no era así. En la mano de la Virgen hay un pitoco que encaja en la talla del niño de modo que tiene dos posiciones, o bien ponemos al Niño mirando a su madre o bien lo ponemos al revés de modo que mire a la gente. Si observamos la talla de cerca podemos ver fácilmente que la primera posición, la del Niño mirando a su madre, es la lógica. Compara estas dos imágenes:

Virgen del Rosario - Peraleda de la Mata

En la primera posición vemos que el Niño está en una postura inestable, volcado hacia delante. Sus mano no está bendiciendo, como sería de esperar en estos casos, sino haciendo un gesto extraño sin sentido, mientras que su mirada no se dirige a los fieles, ni tampoco al Padre en las alturas, sino hacia algún punto perdido a un lado. Además, mientras la Virgen mira en una dirección el Niño mira en otra opuesta, de modo que quien los mira siempre tendrá la sensación de que el Niño no parece estar haciéndole mucho caso.

Niño de la Virgen del Rosario

Niño de la Virgen del Rosario

En la segunda posición, sin embargo, vemos que la Virgen mira a los fieles mientras que la mirada del Niño está clavada en la de su madre. Además la extraña posición de sus manos que antes vimos adquiere aquí fácil significado: el Niño está jugueteando con el rosario de su madre, que ase con una mano y sujeta con la otra. Es por eso que esta posición, la «nueva» (que en realidad es la antigua, la original) da pleno sentido a la imagen.

2 comentarios en “Iconografía 1: Lo que la Guerra se llevó

  1. La iconoclasia no es un fenómeno “reciente”, aunque sus causas subyacentes hayan sido diversas. Sorprende que a veces el celo religioso exacerbado fue lo que provocó la furia iconoclasta. Ya en el 726 el Emperador Bizantino León III prohibió las imágenes de Santos o de Cristo. Para él toda representación figurativa de carácter sagrado era idolátrica por estar en clara contraposición con la enseñanza de la Biblia (Cap. 20: 4-5 del Éxodo): 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa alguna que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen,

    No fue hasta un siglo después, en el 843, cuando los iconódulos (veneradores de imágenes) merced a la Emperatriz Teodora, viuda de León V, restauraron el culto a las imágenes como representaciones de la divinidad o la santidad.
    Y aún quedaría otra categoría, la de los idólatras, que adoran las imágenes en sí, lo que atenta contra el dogma de la Santísima Trinidad.

    Y sin entrar en disquisiciones teológicas es evidente que muchas imágenes sagradas constituyen manifestaciones artísticas de una calidad plástica y estética incomparable y que como activos patrimoniales deben protegerse y cuidarse para su trasmisión a futuras generaciones.

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